Dicen en Vox que rompen todas sus relaciones con el PP porque en el Congreso los de Feijóo han apañado comisiones junto al PSOE y Sumar. Intolerable. En las comunidades autónomas, no. Quiero decir que en donde gobiernan mantienen los pactos. Aquí, por ejemplo, en Castilla, seguirán en el momio y harán lo mismo que el PP en Madrid. De hecho, ya lo han hecho. Lo contaba Felipe Ramos en El Diario de Valladolid este domingo. Sin taquígrafos, ley de Transparencia mediante, los tres de las Cortes, ya saben, Carlos Pollán, Ana Sánchez y Francisco Váquez (Vox, PSOE y PP) quedaban a media luz para curar de la indigencia económica —de la moral ya es más difícil— a los procuradores sin dedicación. Dos mil euros limpios de polvo y paja para todos aquellos que prefieren mantener su actividad fuera de las Cortes pero no renuncian a un cómodo colchón en el que relajarse por no hacer nada. Los nombres están convenientemente camuflados bajo iniciales para salvarnos de nuestra desafección, que es muy peligrosa y lleva a desconfiar de la democracia.

Ya lo hicieron hace un tiempo, más o menos el verano pasado, cuando se subieron el sueldo —también a escondidas— en una comida de confraternización a la que Ana Sánchez no hizo ascos a pesar de tener que sentarse al lado de los de la Vox. Remilgos aparte, cuando la cosa va de dinero hay pocos idealistas dispuestos a vivir de la dignidad. Sin contar lo que nos costará la deserción de Cataluña una vez que, como ocurre en el País Vasco y Navarra, tenga el cupo de su independencia cubierto, el tema es que esta subida a costa pipis nos sale a los sufrientes de la comunidad por más de 800.000 euros, casi nada, una cantidad que se merecen los semovientes del edificio.

Esperemos a ver si Mañueco —ahora que Castilla ha puesto dos picas en Génova— acelera el paso para convocar elecciones y librarse del colesterol antes de que Óscar Puente haga un máster en liderazgo que le lleve en volandas a la presidencia de Castilla y León y barra el desaliento del PSOE.