La globalización, qué duda cabe, está alterando las formas de trabajo y consecuentemente las condiciones de vida de millones de seres humanos en todo el mundo. En unos casos, para bien y, en otros, probablemente los más, para empeorar la calidad de vida de muchas personas. En efecto, la pregunta que surge al contemplar la realidad de este tiempo es bien clara. Tales cambios y transformaciones, ¿mejoran o empeoran las condiciones de vida de las personas? De entrada, hay que tener un poco de cuidado con el término flexibilidad. ¿Por qué? Porque, como apuntó tiempo atrás el sociólogo Richard Sennet en su libro “La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo”, es posible que los beneficios de horarios flexibles y del teletrabajo puedan enmascarar un control mayor de los jefes sobre los empleados y la instauración, de hecho, de jornadas interminables. Es decir, la oficina virtual nunca cierra, lo que abre la posibilidad de que los jefes abusen exigiendo que los empleados trabajen desde casa más allá de la jornada laboral.

La clave, por tanto, no está tanto en los sistemas, las estructuras, los procedimientos o las metodologías, por buenas y modernas que sean. Está en pensar en las personas una a una, en saber cómo van a afectarles ciertas decisiones. Si van a ampliar su espectro de posibilidades o si, por el contrario, estrecharán el cerco. Las personas, como escribe Sennet, por duro que parezca, son hoy, tantas veces, tan de usar y tirar como los vasos de plástico de las flexibles oficinas en las que trabajan esas flexibles corporaciones. Sin embargo, es necesario volver a insistir en que la sensibilidad hacia las personas ha de ser una nota esencial de la globalización. Si no se da en la medida necesaria, ¿es porque estamos demasiado obsesionados con el corto plazo y no nos damos cuenta de que convivimos con personas que, muchas veces, esperan de nosotros aliento, comprensión y estímulo? Tenemos, ante nuestros ojos, una gran oportunidad que no debemos desaprovechar.

QOSHE - Globalización y calidad de vida - Jaime Rodríguez-Arana
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Globalización y calidad de vida

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17.04.2024

La globalización, qué duda cabe, está alterando las formas de trabajo y consecuentemente las condiciones de vida de millones de seres humanos en todo el mundo. En unos casos, para bien y, en otros, probablemente los más, para empeorar la calidad de vida de muchas personas. En efecto, la pregunta que surge al contemplar la realidad de este tiempo es bien clara. Tales cambios y transformaciones, ¿mejoran o empeoran las condiciones de vida de las personas? De entrada, hay que tener un poco de cuidado con el........

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