Hemos escuchado y leído la historia de los hermanos Williams muchas veces. La llegada de sus padres a España saltando la valla y cómo tuvieron que andar descalzos para llegar a la frontera. Al principio, María, la madre, no se lo quería contar, pero la verdad al final sale a la luz y el mayor de sus hijos lo supo. Una prueba más para adquirir esa madurez que siempre ha tenido Iñaki y que le ha situado en la vida para valorar cada día lo que tiene y de lo que carecieron sus progenitores. De la nada al todo, una lección de vida.

Desde el momento en el que los Williams empezaron a ser protagonistas, el nombre de su madre nos es muy familiar. Independientemente de si la conoces o no, mujer maja donde las haya, no ha parado de seguir a sus vástagos por los campos donde ellos jugaban. En juveniles, Tercera, Segunda B o Primera, junto con su marido Félix, alguna amiga o conocidos varios, la hemos podido saludar siempre intentando pasar desapercibida dentro del grupo de aficionados que acuden a los estadios fuera de Bilbao.

Hoy para todos nosotros forma parte de la historia del Athletic. En la radio he solicitado en alguna ocasión la vicepresidencia de honor para esta maravillosa mujer que nos ha regalado a Iñaki y Nico. Ella está orgullosísima de sus hijos, normal, como para no estarlo. Lo que ella no creo que pudiera pensar es que para toda la afición rojiblanca es nuestra amatxu preferida. Es verdad que ha habido muchas madres en el pasado que brindaron a sus hijos a la causa, pero este caso es especial donde los haya. Los hermanos Williams son imparables.

Otra de las personas importantes en la ecuación es su representante, Félix Tainta. El navarro es uno más de la familia y la confianza depositada en él va más allá de haberles conseguido unos buenos contratos. Estuvo con ellos en los inicios y eso no lo olvidan. A Tainta se le iluminan los ojos cuando se le pregunta por todos ellos.

La doble uve dinamitó el partido ante el Atlético de Madrid. En dos zarpazos, pudieron ser tres, mandaron a la lona al equipo de Simeone. En su prime son imparables y junto a Oihan Sancet y Gorka Guruzeta están formando una delantera de época. Se entienden a la perfección y solamente con mirarse, y ya casi sin eso, saben dónde está cada uno y dónde pueden combinar, es una auténtica barbaridad. No sería justo hablar solo de estos cuatro, porque el triunfo fue global y coral. Para ganar de esta manera todos tienen que estar bien y así fue. El asunto es que el brillo en estos casos es para quienes marcan o asisten.

Sevilla espera a la marea athleticzale y todo el mundo busca hotel, viaje y entradas. En Andalucía se frotan las manos ante la llegada masiva de una hinchada que no escatima en gasto y que está ante una oportunidad, cuarenta años después, de conseguir un título copero. Los futbolistas son los primeros que saben que la final de La Cartuja puede cambiar sus vidas. Una vez más, María y sus chicos tirarán de memoria para recordar lo difícil que fue llegar hasta aquí y servir de ejemplo a quienes sueñan con una vida mejor. Esta Copa va por María y todas las Marías de nuestras vidas.