Eso es lo que le duró al Athletic el Mallorca, dos zarpazos. Ni más, ni menos. Un visto y no visto. La pizarra de Aguirre voló por los aires en el momento en el que el colegiado estaba revisando si tenía todo en orden para comenzar el partido. Bueno, un par de minutos más. Decía Yuri que metió los dos goles sin querer, el primero puede, el segundo no. Encima ambos a balón parado, la única asignatura que tenía pendiente el equipo de Valverde esta temporada.

El viernes la inmensa mayoría de los aficionados preveían un encuentro feo, atascado, vamos de los típicos ante el vasco, pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que el guion se fue muy temprano al garete, pero hoy en día los leones manejan un abanico enorme de recursos. Las soluciones se amontonan en las piernas y cabezas de jugadores y cuerpo técnico y aunque enfrente las características del rival no sean las más adecuadas, enseguida se encuentra la fórmula para neutralizarlos.

Ganar como está ganando el Athletic no es nada fácil. Puede ser que lo parezca, pero no lo es. De acuerdo en que el camino se allanó pronto, pero de ahí a considerar que es sencillo, como que no. Primera División es una categoría muy complicada, con mucho trabajo por detrás y con futbolistas de máximo nivel. La solvencia, suficiencia y categoría con la que los rojiblancos pasaron por encima del equipo bermellón es una auténtica pasada. No hubo ni emoción.

Ya no es noticia el partidazo de algunos jugadores o que la portería se mantenga en cero goles. Los rivales sienten miedo escénico en un campo que desde la grada infunde respeto. La catedral ruge y el equipo hace su trabajo, lo borda. Es una orquesta muy bien afinada que está muy cerca de conseguir algo tremendamente grande. La ilusión está ahí, no nos ciega, pero nos mantiene en un estado de felicidad que es vitamina para el día a día.

Este partido pasado era una piedra en el camino de la Copa. Había que pasarlo y se superó con matrícula. Aparcamos la liga y llega el día esperado, el del Metropolitano. Tengo claro que la eliminatoria pasa por el partido de ida. Hay que hacerlo perfecto en Madrid para en la vuelta lograr el objetivo de estar en una final más. Entendiendo que el rival es poderoso y lo va a poner muy difícil, pero el comportamiento de estos futbolistas me hace ser muy optimista. Eliminatoria al cincuenta por ciento.

Para cerrar este artículo sí me gustaría hablar del follón de la pasada semana a cuenta del aplazamiento y lo que llegó desde tierras castellanas. Es una maravilla ver cómo se ponen nerviosos mientras nuestro técnico no entra al trapo de nada. Esta batalla, la primera, ya está ganada. Mientras uno monta el lío, el otro trabaja para ganar. Bravo, míster.