¿Necesita Europa gastar más dinero en defensa? La pregunta fue medular en la Conferencia anual de Seguridad de Múnich a principios de febrero, después de que Donald Trump sugiriera que no protegería a los miembros de la OTAN que no gastaran lo suficiente en su ejército. Pero Europa está despilfarrando inversiones en armas y sistemas incompatibles. Despejar las defensas de las fusiones y crear paladines regionales es una prioridad absoluta.

Desde que Rusia invadió Ucrania hace dos años, las naciones europeas se han apresurado a aumentar el gasto en defensa. Los presupuestos militares combinados de los 27 miembros de la UE deberían de ascender a 350.000 millones de euros este año, casi dos tercios más de lo que gastaron en 2021, declaró el 17 de febrero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Esta cifra es más del doble de los 140.000 millones de dólares que Rusia tiene previsto gastar en su ejército este año y superior a los 224.000 millones de dólares del presupuesto de defensa de China en 2023. Y no incluye al Reino Unido.

La prisa por rearmarse ha disparado las carteras de pedidos y los precios de las acciones de fabricantes como BAE Systems, de 38.000 millones de libras (44.000 millones de euros), hasta niveles récord. Pero esta potencia de fuego está fragmentada por los presupuestos nacionales y debilitada por especificaciones técnicas diferentes y a menudo contrapuestas. En 2020, 22 Estados de la UE disponían de 14 modelos distintos de carros de combate, entre ellos, el Leopard de Rheinmetall. El ejército de EE UU confía principalmente en el tanque Abrams, fabricado por General Dynamics. El año pasado, dos grupos de países competidores lanzaron planes paralelos para desarrollar una nueva generación de aviones de combate. Solo dos docenas de empresas europeas figuran entre los 100 mayores contratistas de defensa por ingresos; la mitad de ellos tienen su sede en EE UU.

Según un estudio de 2023 del Parlamento Europeo, la eliminación de duplicidades podría ahorrar a la UE 24.500 millones de euros al año. Esta cifra podría aumentar hasta 75.500 millones si los países aún más I+D, compras de equipos e incluso algunas tropas.

Para ser justos, la UE avanza en esa dirección. El Fondo Europeo de Defensa, dotado con 8.000 millones, ha destinado casi 3.000 millones a iniciativas colaborativas de investigación y a complementar las contribuciones de los Estados a proyectos de desarrollo. Pero está limitado por el artículo 41 del Tratado de la UE, que prohíbe utilizar dinero del presupuesto comunitario para compras de defensa. La misma consideración dificultaría a la UE emitir bonos conjuntos para financiar el gasto militar.

Sería mejor fomentar la concentración de las empresas de defensa para crear paladines más grandes y especializados. Europa ya lo ha hecho en el pasado: el gigante aeroespacial Airbus y el fabricante de misiles MBDA (propiedad conjunta de BAE Systems, Airbus y Leonardo) son fruto de proyectos transfronterizos. Una opción sería que los mayores grupos de defensa europeos tomaran la iniciativa en áreas en las que tienen experiencia demostrada.

Estas alianzas tendrían que superar las defensas de los políticos nacionales y las normas de competencia de la UE. Por ejemplo, Emmanuel Macron paralizó en 2017 la compra de la surcoreana STX por el astillero italiano Fincantieri para proteger los astilleros militares franceses de Saint-Nazaire. Pero, a medida que aumentan los riesgos geopolíticos, desmantelar las barreras a las fusiones en defensa puede ser la mejor manera de garantizar que Europa obtenga el mayor beneficio de su inversión militar.

Ayuda a Ucrania

El Congreso de EE UU no aprueba un paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares para Ucrania, y corresponde a Europa compensar el déficit de armas que necesita Kiev para montar una defensa adecuada contra Rusia. Pero la región no produce suficientes proyectiles de artillería y sus fábricas de misiles están paradas. Europa tiene que poner en marcha sus líneas de producción para no agotar sus propios arsenales. Para ello se necesitan pedidos gubernamentales previsibles y a largo plazo que vayan más allá de la emergencia de Ucrania.

Kiev necesita proyectiles de artillería de corto alcance y misiles de crucero de larga distancia. Ambos frentes plantean retos a Europa. EE UU y sus aliados europeos suministraron a Kiev unos 2,5 millones de cartuchos en 2023, según un analista de defensa. Alcanzar ese nivel sin la contribución de Washington parece casi imposible este año. Pero Europa ha hecho grandes progresos: es posible que cumpla su promesa de suministrar un millón de proyectiles a Ucrania ya esta primavera, gracias a un esfuerzo liderado por República Checa para abastecerse de munición procedente de países no pertenecientes a la UE.

El principal fabricante europeo de munición, Rheinmetall, que va a poner en marcha una nueva planta en Alemania y una empresa conjunta en Ucrania, ha anunciado planes para aumentar la producción de cartuchos de 155 milímetros, estándar de la OTAN, hasta 700.000 al año. Un pedido británico hecho en julio a BAE Systems multiplicará por ocho la capacidad del grupo de defensa para producir estos proyectiles. El comisario europeo Thierry Breton cree que la UE podría fabricar ya el año próximo entre 1,5 y 1,7 millones de cartuchos. Junto con las entregas de Reino Unido, eso casi podría compensar la falta de ayuda de EE UU, si el Congreso sigue retrasando su decisión.

Pero los cuellos de botella en la cadena de suministro están obstaculizando los esfuerzos europeos. Macron señaló la semana pasada que se ha vuelto difícil abastecerse de pólvora. Y el tipo especial de algodón utilizado en el proceso, la nitrocelulosa, se importa de China, que, según Breton, dejó de suministrarla “como por casualidad” hace unos meses.

A Ucrania también le gustaría usar misiles de crucero lanzados desde el aire, como el Taurus, de fabricación alemana, con un alcance oficial de hasta 500 kilómetros. Olaf Scholz se niega a entregarlo, por temor a que Kiev se vea tentada a atacar objetivos en el interior de Rusia, incluido Moscú. Esto no ha disuadido a Francia y Reino Unido de enviar a Kiev misiles similares, aunque menos potentes: Scalp y Storm Shadow.

Pese a la política, la indecisión alemana sobre los misiles para Kiev crea un problema industrial en Francia y Gran Bretaña. Según Fabian Hoffmann, investigador de la Universidad de Oslo, París ha proporcionado 100 Scalp a Ucrania, casi un cuarto de su arsenal anterior a la guerra, compuesto por entre 440 y 460 de estas armas. Las existencias británicas de Storm Shadows, estimadas en unas 850, pueden haber caído en una proporción similar.

Aumentar la producción es esencial tanto para ayudar a Ucrania como para ayudar a Europa a mantener intactas sus capacidades de defensa. Para ello es necesario reforzar la cartera de pedidos de MBDA. No será barato. Cada Taurus cuesta un millón de dólares, y el precio de un solo proyectil de artillería se ha disparado de 2.000 dólares antes de la invasión rusa a 8.000 este año, según el presidente del comité militar de la OTAN, el almirante Rob Bauer.

En cualquier caso, los europeos no tienen muchas opciones. El dinero que gastarán servirá para reforzar su propia defensa y la de Ucrania.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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El impulso a la defensa en Europa exige eliminar las barreras a las fusiones

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06.03.2024

¿Necesita Europa gastar más dinero en defensa? La pregunta fue medular en la Conferencia anual de Seguridad de Múnich a principios de febrero, después de que Donald Trump sugiriera que no protegería a los miembros de la OTAN que no gastaran lo suficiente en su ejército. Pero Europa está despilfarrando inversiones en armas y sistemas incompatibles. Despejar las defensas de las fusiones y crear paladines regionales es una prioridad absoluta.

Desde que Rusia invadió Ucrania hace dos años, las naciones europeas se han apresurado a aumentar el gasto en defensa. Los presupuestos militares combinados de los 27 miembros de la UE deberían de ascender a 350.000 millones de euros este año, casi dos tercios más de lo que gastaron en 2021, declaró el 17 de febrero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Esta cifra es más del doble de los 140.000 millones de dólares que Rusia tiene previsto gastar en su ejército este año y superior a los 224.000 millones de dólares del presupuesto de defensa de China en 2023. Y no incluye al Reino Unido.

La prisa por rearmarse ha disparado las carteras de pedidos y los precios de las acciones de fabricantes como BAE Systems, de 38.000 millones de libras (44.000 millones de euros), hasta niveles récord. Pero esta potencia de fuego está fragmentada por los presupuestos nacionales y debilitada por especificaciones técnicas diferentes y a menudo contrapuestas. En 2020, 22 Estados de la UE disponían de 14 modelos distintos de carros de combate, entre ellos, el Leopard de Rheinmetall. El ejército de EE UU confía principalmente en el tanque Abrams, fabricado por General Dynamics. El año pasado, dos grupos de países competidores lanzaron planes paralelos para desarrollar una nueva generación de aviones de combate. Solo dos docenas de empresas europeas figuran entre los 100 mayores contratistas de defensa por ingresos; la mitad de ellos tienen su sede en EE UU.

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