Emmanuel Macron, presidente francés, ha pasado de intentar intermediar con Vladimir Putin al principio de la invasión de Ucrania, a ser uno de los más beligerantes, e insinuar incluso la participación de tropas europeas en el conflicto (aunque es harto improbable que él se ofrezca voluntario para ir al frente). Los tambores de guerra benefician a las empresas de armamento, entre ellas las francesas Dassault y Thales, recién incorporadas a la cartera de la gestora de fondos Panza Capital, que apuesta por el sector ante noticias como que Alemania se plantee recuperar el servicio militar, o que Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, avise del peligro de una guerra extendida por el continente (días después de rechazar la posibilidad de que se vayan a enviar soldados a Ucrania). El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hace ahora un poco el antiguo papel de Macron, y pide a sus colegas de la UE que rebajen el tono. El panorama, en cualquier caso, es proclive a que las empresas de armas occidentales hagan negocio; eso sí, a ser posible, en guerras que tengan lugar en las afueras del mundo libre.

Las subidas del SMI las pagan las empresas; las del IPREM, el Estado

La diferencia entre subir el salario mínimo y subir el IPREM, el indicador que sirve para fijar las ayudas públicas es que lo primero repercute en las arcas del sector privado, y lo segundo, en las del Estado. Por eso la parte socialista del Gobierno se resiste a acercarlo un poco, muy poco, al SMI, del que hace tiempo que se desconectó completamente. A la vicepresidenta Yolanda Díaz le preocupa menos el déficit (que al final también lo pagan los ciudadanos), pero en este caso tiene toda la razón en que no es de recibo ese desajuste entre dos cantidades que deberían ir en consonancia. Hacer política social sin siquiera responder en los Presupuestos es muy fácil.

Los precios negativos de la luz, ventaja o problema, son algo temporal

Cunde cierta preocupación por el hecho de que los precios negativos de la electricidad descincentiven la inversión en proyectos de renovables, en particular de energía solar. Es cuestión de esperar que las leyes del mercado hagan su trabajo: cuando el precio tiende a cero, la demanda tiende a infinito. Así que estas tarifas ultrabaratas acabarán atrayendo a clientes como la industria electrointensiva, o convenciendo a los compradores de vehículos de las ventajas de adquirir uno eléctrico. Eso, a su vez, hará que los precios vuelvan a subir, y permitirá amortizar las inversiones, y que se lancen otras nuevas. La transición energética irá así, con tirones y parones, y no hay que darle demasiadas vueltas.

La frase del día

“El CEO de AstraZeneca, Pascal Soriot, está muy mal pagado, con 16,9 millones de libras al año... teniendo en cuenta el impresionante cambio de la empresa desde que se incorporó hace más de una década. Debe ganar 1,8 millones más”

Rajiv Jain, CEO de GGG Partners, accionista de AstraZeneca

La credibilidad de las herramientas de IA será víctima de su propio éxito

Desde que la gran mayoría de la población está alfabetizada, cualquiera puede escribir medianamente bien y contar algo, real o no, haciéndolo pasar por cierto; la credibilidad se la da no tanto la calidad del texto como el historial del autor o de la empresa para la que trabaja. Con las fotos y los vídeos acabará pasando algo similar. La confianza en ellos ya estaba en decadencia, desde la existencia del PhotoShop y otras herramientas de manipulación. Pero las tecnologías de IA, como Vids, de Google, son ya tan brillantes, que el escepticismo entre los receptores no hará más que crecer. En última instancia, el público tendrá que decidir si confía en el emisor de la foto o el vídeo por factores que vayan más allá de su apariencia.

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Claves: las guerras en las afueras de Occidente, y el dizque escaso sueldo del CEO de AstraZeneca

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10.04.2024

Emmanuel Macron, presidente francés, ha pasado de intentar intermediar con Vladimir Putin al principio de la invasión de Ucrania, a ser uno de los más beligerantes, e insinuar incluso la participación de tropas europeas en el conflicto (aunque es harto improbable que él se ofrezca voluntario para ir al frente). Los tambores de guerra benefician a las empresas de armamento, entre ellas las francesas Dassault y Thales, recién incorporadas a la cartera de la gestora de fondos Panza Capital, que apuesta por el sector ante noticias como que Alemania se plantee recuperar el servicio militar, o que Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, avise del peligro de una guerra extendida por el continente (días después de rechazar la posibilidad de que se vayan a enviar soldados a Ucrania). El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hace ahora un poco el antiguo papel de Macron, y pide a sus colegas de la UE que rebajen el tono. El panorama, en cualquier caso, es proclive a que las empresas de armas occidentales hagan........

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