Las próximas elecciones autonómicas en Euskadi, a celebrar el próximo 21 de abril, presentan una constante en todas las encuestas publicadas, sea cual sea su “color”. Se observa que, a priori, el PNV sería la primera fuerza política, una constante histórica que ha logrado esta fuerza nacionalista de corte conservador que ahora se sitúa en un intervalo de entre el 32 % y el 34% de los votos estimados, un porcentaje que es claramente inferior a los obtenidos en cualquiera de las anteriores convocatorias electorales. El PNV consiguió su techo electoral en el año 2001 con el 42,7% de los sufragios, basculando en las siguientes convocatorias entre el 34% y 39% de los votos, es decir, el partido hegemónico en el País Vasco: ha ganado todas y cada una de las convocatorias autonómicas salvo en 1986, cuando el PSE de Benegas lo puso en jaque al obtener dos diputados (19) más que la formación nacionalista (17). De José Antonio Aguirre y Lecube, primer lehendakari de la democracia hasta el último lehendakari, Íñigo Urkullu, todos (6) han sido de la formación nacionalista conservadora, excepto Patxi López, del PSE, que lo fue entre los años 2009 a 2012.

Estos elementos denotan rasgos identificativos de las características sociopolíticas que conforman el perfil electoral de la sociedad vasca, pivotando entre el 60% y el 67% (según la convocatoria electoral que se analice) los apoyos a la causa nacionalista plasmada en diferentes formaciones políticas, actualmente el PNV y EH Bildu, que copan todo el espectro ideológico.

Y como decía Bourdieu, el “habitus” sería el conjunto de disposiciones socialmente adquiridas que mueven a los individuos a vivir de manera similar a la de otros miembros de su grupo social. En Euskadi, la realidad política desde el comienzo de la democracia se conforma a través de un sentimiento no sólo politico, sino social y cultural en torno a un capital simbólico construido con los elementos del nacionalismo a modo de “Weltanschauung” o visión del mundo compuesta por determinadas percepciones, conceptuaciones y valoraciones del mundo nacionalista, es decir, un constructo con fundamentos teóricos históricos y que irradia su influencia hacia todos los planos de la vida humana: cultura, arte, sistema educativo, gestión pública y un largo etcetera. La “Weltanschauung” es una construcción humana, no es un elemento pétreo e inamovible, siempre y cuando la estructura social, cultural, económica y política tengan intereses más que fundamentados en petrificarlo, siempre bajo el juicio democrático de la ciudadanía.

Por otra parte, la formación estatal conservadora hegemónica hasta la fecha, el PP, ha registrado vaivenes importantes en sus resultados electorales autonómicos en esta comunidad autónoma, ya que si nos retrotraemos a 2001, la formación comandada actualmente por Feijóo obtuvo un excelente porcentaje, el 23,12% de los sufragios y a partir de esa convocatoria, que recordemos fue el punto álgido de los gobiernos de Aznar en el Estado, arrastrando esa ola electoral a las diferentes convocatorias autonómicas de esos años, comienza un paulatino declive electoral llegando incluso en la última convocatoria de 2020 al 6,8% de los votos con aquel experimento de unificación, PP+C´s, el votante conservador no vio la viabilidad de esa “unión electoral”.

A estas dinámicas de fragilidades en el bloque conservador del espacio político de Euskadi se une, en contraposición, una dinámica de emergencia cada vez más patente, de un bloque nacionalista de izquierdas que fagocita gran parte del sentir de la izquierda vasca y de ciertas formaciones políticas minoritarias que son acogidas y agazajadas con gozo y júbilo por el seno de EH Bildu, siendo ésta una formación de base, es decir, fundamentada y enraizada en el tejido social de Euskadi, con gran arraigo en amplios sectores populares, de la clase trabajadora, de sectores de la clase media y una importante presencia en el mundo rural vasco. Sin lugar a dudas, los procesos de pacificación y democratización acaecidos en estas últimas décadas en Euskal Herria han ayudado al aumento electoral de la izquierda abertzale.

Las últimas estimaciones publicadas en diferentes medios catapultan definitivamente a esta formación hacia la consolidación de la segunda fuerza política en las elecciones autonómicas del País Vasco y, como elemento extraordinario e histórico, poder rivalizar con el PNV por la primera plaza electoral en las que se celebrarán en el presente mes de abril.

Si en la convocatoria de 2012 el trío EH Bildu+PSE+Podemos aglutinó el 44,13% de los sufragios, en 2016, fue del 48,06% y en 2020 del 49%.

Recordemos que esta comunidad autónoma se compone de tres provincias o territorios forales, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, siendo Álva la más conservadora y con más arraigo de la formación conservadora estatal (PP), y la que tiene mayor presencia de la formación de la izquierda abertzale, Guipúzcoa, mientras que es el territorio foral de Vizcaya es donde mayor peso electoral registra el PNV.

Estas fueron las proporciones obtenidas por los principales partidos en la última convocatoria electoral celebradas en julio de 2020:

De esta manera el territorio histórico de Álava y su capital, Vitoria, cuenta con el menor censo electoral de las tres provincias, pero con el mismo peso en la distribución de los diputados autonómicos que las dos restantes, es decir, 25 diputados por cada una de las provincias sobre un total de 75 diputados que componen el Parlamento vasco. Tiene mayor concentración de voto en formaciones nacionales de un color u otro (PP/PSOE) y como dato reseñable, fue en esta provincia donde VOX obtuvo su diputado autonómico, hecho que tiene hoy en día muy pocas probabilidades de suceder nuevamente porque prevemos el aumento de la participación respecto a 2020 (que fue la más baja de toda la serie histórica) y la más que segura concentración del voto nacional conservador en la marca del PP.

El territorio foral de Vizcaya, capital Bilbao, recientemente valorada como la mejor ciudad para vivir en el conjunto del territorio español por los principales portales especializados en la valoración de la calidad de vida en espacios urbanos, registra los mejores datos para el PNV, que alcanzaría el 42,6% de los votos.

Por último, el tercer territorio foral, Guipúzcoa, cuya capital es San Sebastián, destaca por el fuerte tirón de EH Bildu en sus réditos finales, obteniendo muy parecidos datos que el PNV. Además, es la provincia donde más debilidad presentan las formaciones estatalistas, incluida por supuesto, VOX.

La suma de los dos partidos nacionalistas alcanzó el 66,9% de los sufragios, siendo el fulgurante aumento de Eh Bildu el causante de este fenómeno.

Hacemos un breve paréntesis en nuestro planteamiento electoral, para subrayar que Euskadi es la comunidad autónoma con mayor desarrollo y nivel de calidad de sus servicios públicos, los servicios sociales y asistenciales en su conjunto, con diferencia.

Las capacidades que a medio y largo plazo desde hace más de dos décadas se han ido implementando en cada una de las diferentes administraciones han apostado claramente por desarrollar los servicios públicos encaminados a satisfacer una calidad acorde con lo demandado por el ciudadano y una gestión eficiente y eficaz de lo público como bandera que sustenta las políticas de los diferentes ejecutivos vascos. Es decir, la clara apuesta por políticas dirigidas hacia la mejora constante de las necesidades de la ciudadanía vasca.

Volviendo al análisis electoral, si proyectamos esta tendencia alcista, estimamos que la suma de votos entre estas tres formaciones de izquierdas (en claro descenso de Podemos, leve descenso de PSOE, pero un fuerte crecimiento de EH Bildu) podrían estar alrededor del 50%-52% de los votos en esta convocatoria electoral y concretamente EH Bildu en el 32%-34% de los votos compitiendo por la primera plaza electoral, ahora mismo en manos del PNV.

Es decir, en aproximadamente 20 años, el panorama electoral vasco se ha dado la vuelta en cuanto a las correlaciones de fuerzas políticas en el Parlamento Vasco. De la fortaleza de bloque conservador hemos pasado a la consolidación del bloque progresista en Euskadi, ambos con marcado tinte nacionalista.

Por tanto, es muy probable que se esté disputando la primera plaza por un puñado de votos.

Si la participación es alta, lo más probable que las fuerzas estatales (PP y PSOE) tengan mejores resultados, ya que el voto nacionalista ha sido siempre más estable a la hora de concurrir a las urnas que el bloque nacional.

Según las previsiones, el PP puede haber tocado fondo desde las anteriores elecciones de 2020 y el PSOE estar explotando los mismos réditos o quizás verlos disminuir levemente.

Todo parece indicar que el juego decisivo estará en manos de las dos fuerzas nacionalistas con proyecciones cada vez más ajustadas y con mayor concentración de voto entre ellas.

En cuanto a la participación:

En 2020 la participación estuvo en valores inusuales debido al momento elegido para la convocatoria, julio, bajo la influencia y los efectos de la pandemia por COVID-19. Salvo en esta convocatoria de 2020, la participación en esta comunidad se ha situado en una franja de entre el 60% y el 66% del censo electoral.

Prevemos una participación de entre el 63% y el 66%, es decir, en el intervalo alto del histórico de la participación, principalmente por la movilización del electorado de izquierdas al empezar a fraguar la idea de que “la victoria está a un paso”. Quizás el voto del PP aumente en algo más de 3 puntos porcentuales por la relación directa que históricamente se da cuando aumenta o se refuerza en el conjunto nacional, alcanzando cotas estimativas de relevancia, como parece ser que está sucediendo actualmente.

Por tanto y según la recopilación de las encuestas publicadas, habría diferentes escenarios de pactos posibles:

El que suscita más consenso, según la situación estatal y los actuales pactos es el PNV-PSOE, ya de arraigada tradición.

El segundo pacto posible desde el punto de vista de la aritmética sería el conformado por EH Bildu-PSOE, siempre y cuando las altas instancias gubernamentales den el visto bueno, cuestión muy compleja por los pactos nacionales entre el PNV-PSOE, como dijimos anteriormente.

Si en 2009 se llegó a un pacto para el nombramiento del lehendakari de formaciones estatales (PSOE-PP) en el Gobierno vasco, ¿podríamos estar en la antesala de un gran pacto nacionalista PNV-EH Bildu para 2024?

Muy difícil pero aritméticamente sería el que contaría con más diputados, hasta 58 establecen las expectativas más optimistas, suficientes para gobernar sobre los 75 escaños que componen el Parlamento Vasco.

Ya se sabe que en la actual política todo puede suceder.

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01.04.2024

Las próximas elecciones autonómicas en Euskadi, a celebrar el próximo 21 de abril, presentan una constante en todas las encuestas publicadas, sea cual sea su “color”. Se observa que, a priori, el PNV sería la primera fuerza política, una constante histórica que ha logrado esta fuerza nacionalista de corte conservador que ahora se sitúa en un intervalo de entre el 32 % y el 34% de los votos estimados, un porcentaje que es claramente inferior a los obtenidos en cualquiera de las anteriores convocatorias electorales. El PNV consiguió su techo electoral en el año 2001 con el 42,7% de los sufragios, basculando en las siguientes convocatorias entre el 34% y 39% de los votos, es decir, el partido hegemónico en el País Vasco: ha ganado todas y cada una de las convocatorias autonómicas salvo en 1986, cuando el PSE de Benegas lo puso en jaque al obtener dos diputados (19) más que la formación nacionalista (17). De José Antonio Aguirre y Lecube, primer lehendakari de la democracia hasta el último lehendakari, Íñigo Urkullu, todos (6) han sido de la formación nacionalista conservadora, excepto Patxi López, del PSE, que lo fue entre los años 2009 a 2012.

Estos elementos denotan rasgos identificativos de las características sociopolíticas que conforman el perfil electoral de la sociedad vasca, pivotando entre el 60% y el 67% (según la convocatoria electoral que se analice) los apoyos a la causa nacionalista plasmada en diferentes formaciones políticas, actualmente el PNV y EH Bildu, que copan todo el espectro ideológico.

Y como decía Bourdieu, el “habitus” sería el conjunto de disposiciones socialmente adquiridas que mueven a los individuos a vivir de manera similar a la de otros miembros de su grupo social. En Euskadi, la realidad política desde el comienzo de la democracia se conforma a través de un sentimiento no sólo politico, sino social y cultural en torno a un capital simbólico construido con los elementos del nacionalismo a modo de “Weltanschauung” o visión del mundo compuesta por determinadas percepciones, conceptuaciones y valoraciones del mundo nacionalista, es decir, un constructo con fundamentos teóricos históricos y que irradia su influencia hacia todos los planos de la vida humana: cultura, arte, sistema educativo, gestión pública y un largo etcetera. La “Weltanschauung” es una construcción humana, no es un elemento pétreo e inamovible, siempre y cuando la estructura social, cultural, económica y política tengan intereses más que fundamentados en petrificarlo, siempre bajo el juicio democrático de la ciudadanía.

Por otra parte, la formación estatal conservadora hegemónica hasta la fecha, el PP, ha registrado vaivenes importantes en sus resultados electorales autonómicos........

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