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Réquiem para las izquierdas. A propósito de lo que se viene

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31.05.2024

A finales de los años sesenta Herbert Marcuse vaticinó el final de la utopía en una famosa conferencia en Berlín. Defendía la tesis de que las condiciones objetivas manifiestas en los avances tecnológicos aplicados a las fuerzas productivas podrían satisfacer las necesidades biológicas fundamentales de la humanidad entera para una vida digna. Si se dejara de gastar en armamento para la destrucción y el consumo suntuario la alimentación, salud y educación para todo humano en el planeta sería satisfecha fácilmente. Por consiguiente, al menos en lo referente a las condiciones materiales, la utopía ya no era un lugar imposible. Otra cosa toca en lo referente a las condiciones subjetivas, auténtico obstáculo por las necesidades creadas en el marco del sistema capitalista de consumo. Sin duda, Marcuse escribe en la época tardorromántica del 68, un tiempo de ilusiones, de utopía. Un año después publicó "Un ensayo sobre la liberación", una especie de manifiesto en el que exponía que la auténtica revolución pasa por una nueva sensibilidad que hoy podríamos bien llamar ecofeminista y ecosocialista, una sensibilidad emergente de la necesidad de liberación, de la urgencia de romper radicalmente con las necesidades artificiales creadas por el consumismo. Marcuse se convirtió en el gurú de la Nueva Izquierda cuyas bases sociológicas se encontraban entre la juventud universitaria asqueada con la Guerra de Vietnam o la invasión a Checoslovaquia y los movimientos sociales contraculturales que se extendían en el mal llamado primer mundo.

Del 68 emergió otra izquierda con la fuerza de un nuevo imaginario distinto del burocrático autoritario de la Unión Soviética o del anclado en el Estado Benefactor de la socialdemocracia. Entonces las derechas estaban a la defensiva si bien ostentaban el poder político en occidente. El discurso en clave de moral conservadora de Nixon para la campaña que lo llevó a la presidencia bien lo evidenciaba. La revolución del 68 fracasó en lo político, tendió a la atomización que disuelve cualquier esfuerzo organizativo, atomización que se ha repetido en las revoluciones y el movimiento de los indignados de los primeros años de nuestro siglo. Discurso económico seguramente nunca tuvo. Mas, esa revolución triunfó en lo cultural. Nada volvió a ser lo mismo desde entonces. Los movimientos feministas se catapultaron adquiriendo cada vez más fuerza; en junio del 69,........

© Aporrea


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