Mary Pili, la corona y el perdón
Dicen algunos puristas de la lengua que no se pide perdón, que se ofrecen disculpas como reconocimiento de agravios cometidos. Si la etimología del verbo perdonar viene del latín perdonare, que se compone del prefijo "per" en el sentido de intensificar a la palabra que acompaña, en este caso "donare" que significa "donar y "dar", pues no les falta razón por cuanto el perdón es un acto de dar. En cambio, "disculpa" se compone de "dis" y "culpa" que unidos vienen a significar el reconocimiento de una culpa. La verdad, la discusión me parece baladí como suele ocurrir muchas veces con el purismo, mientras no llegue al poder por supuesto. Los lenguajes son modos de vida (Wittgenstein), juegos sociales que establecen las comunidades lingüísticas. Las palabras significan lo que su uso social quiere que signifiquen. Y en latinoamérica pedir perdón es un acto de reconocer una culpa y asumir la responsabilidad ante unos daños realizados, hayan sido intencionales o no. Con este último significado trabajaré en este corto escrito. A los puristas les deseamos larga vida y un buen café en conversación con Milei o la Meloni si así gustan.
¿Debe pedir perdón la corona española a México, y seguramente a toda latinoamérica, por los daños humanos cometidos durante la conquista y la colonia? En estos días escuché a Carlos Raúl Hernández en una entrevista con un amigo suyo decir que no, que el señor Hernán Cortés, pobrecito, fue todo un edificador de civilización. Que gracias a él y sus descendientes México fue en el siglo XVIII la capital más importante del mundo. Poco le faltó para decir que París fue su........
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