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Relevo, el fin de una era

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03.09.2024

El presidente Andrés Manuel López Obrador entró a la recta final de su encargo de la misma forma en que lo inició: entre simbolismos, confrontación, menosprecio y el ataque contra sus adversarios y críticos para romper con el estatus establecido e imponer las reglas para un cambio de régimen político, económico y social en el país.

Y lo hizo el domingo, en la plaza que ha hecho suya y de los suyos: el Zócalo de la Ciudad de México, a donde llegó hace 30 años encabezando la marcha de la “Resistencia Civil Pacífica” por el fraude en Tabasco, a donde movilizó a miles en el 2000 al lado de Cuauhtémoc Cárdenas y en el mismo lugar donde en 2006 lideró la lucha contra el triunfo de Felipe Calderón.

En el lugar donde hace casi seis años se sumergió en una serie de simbolismos para arrancar su sexenio de la mano de las masas: ante más de 100 mil personas que inundaron su Zócalo, oró a los cuatro vientos y se postró de rodillas ante un indígena mientras abrazaba un Cristo Negro clavado en una cruz blanca.

Se paró en su bastión más fuerte a lo largo de tres décadas; donde se asumió como Presidente legítimo, recibió a la Revolución Cubana de Fidel, Raúl y el Che de manos del presidente Miguel Díaz Canel, donde se cobijó por cientos de miles para contrarrestar el peso de la marea rosa, la lucha de las mujeres contra la violencia, el reto de la sociedad civil organizada, de adversarios.

Y el domingo, en la Plaza de la Constitución mostró todo su poder acumulado durante estos seis años y pidió a sus fieles, a sus seguidores y simpatizantes seguir luchando —dijo— para fortalecer lo alcanzado y........

© La Razón


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