“Tengo rabia en el corazón”, me dice un entrañable amigo venezolano asentado en México desde hace 5 años. Salió de Venezuela como lo han hecho, de acuerdo con la ONU, más de 7.7 millones de venezolanos durante el régimen que inició Hugo Chávez y que quiere perpetuar, a cómo dé lugar, Nicolás Maduro.

El amigo está pensativo horas después de las eleciones del domingo donde Nicolás Maduro se declaró ganador y allanó el camino a un profundo conflicto político-social. Se le mira con nostalgia por la Patria, pero también agradecimiento a México por haberle dado techo, trabajo y una familia.

Eso no disminuye el dolor por la vida que dejó atrás, en la Isla Margarita, donde al igual que en otras provincias el régimen obligó a miles a migrar, primero a Colombia luego a Panamá y después a México; muchos queriendo llegar a Estados Unidos y otros haciendo vida en los países que sólo eran de paso pero que se convirtieron en su hogar.

La situación no es menor. Esos miles de venezolanos que han llegado a México buscan la vida que el régimen de Maduro les arrebató, llegaron con la intención de ir a EU pero se quedaron aquí bajo el cobijo de una gran pueblo; esos venezolanos son producto de las políticas de acoso y hostigamiento de quienes sirven al régimen, víctimas de la ideología y el dogma político que les arrebataron su derecho a un estado de bienestar. Es gente buena.

En México —me........

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