Surazo
“¡Llegó el sur!”, oía a mamá o a alguna de mis tías cuando yo era chico, y era el momento en que mi madre me disfrazaba con una chompa de ella que me llegaba hasta las corvas. Eso lo tengo clarito, sin ninguna exageración. El surazo como los aguaceros diluviales llegaban a Santa Cruz sin anunciarse. No existían las bellas de la televisión que predicen el tiempo y que vaticinan lo que nos espera en los próximos tres o cuatro días. No había el SINHAMI que alerta sobre fríos polares y muchas veces aciertan.
Los surazos en invierno llegaban como los turbiones, sin avisar. Si los surazos dejaban encerrados a los cruceños en sus casas porque no teníamos como combatir el frío, los turbiones, cuando llovía con ira, arrasaban con todo lo que encontraban a su paso aislando poblados e inundando sembradíos. Y el Piraí hasta osó recuperar su lecho original en el turbión de 1983 y apoderarse por unos días de Equipetrol. Mas Santa Cruz – Bolivia en general – está muy distante de los grandes cataclismos que se producen en el mundo, como son los terremotos, sunamis, crueles sequías, e inundaciones que se llevan poblaciones enteras. Somos una tierra........
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