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¿Tiene algún sentido la descolonización del pensamiento?

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04.06.2024

A partir de 1492, el sometimiento, el exterminio y la explotación de los pueblos originarios de nuestra América (Abya Yala) le brindaron la ocasión a Europa occidental de colocarse a sí misma en la cúspide del poder y del conocimiento por encima de cualquier otra región o pueblo que existiera sobre la Tierra.

Europa hizo suyo -como creación propia- los aportes culturales, filosóficos y científicos provenientes de la Grecia antigua, de la península arábiga, de Bharat (India) y el lejano imperio de China; además de la enseñanza religiosa judía impartida por un humilde carpintero de la población de Nazareth, a quien el emperador de la antigua Roma Flavio Valerio Constantino II y el obispado de la sacra iglesia católica, apostólica y romana, en el concilio de Nicea del año 325 de la era común, convirtieron en un dios universal, omnisapiente y omnipotente.

Según lo establecido por el pensamiento eurocentrista (hilvanado con el transcurso de los siglos), habría una ley inexorable que se cumpliría respecto a la evolución histórica del resto de los pueblos del planeta, siguiendo la escala lineal de progreso de los europeos, quienes -por la gracia de su dios- estaban destinados a civilizados, al margen de sus creencias, tradiciones y costumbres, es decir, sin nada de lo que fuera su cultura hasta entonces. Algo que no ha cambiado del todo, manteniéndose una estructura y una convicción racista y patriarcal que han sido internalizadas, incluso, por aquellos que son objetos de su aplicación.

Ser, pensar y poder ideados y vistos en función de valores identificados como absolutos, universales y humanos; lo que ha servido para la imposición de modelos, de estructuras y sistemas de pensamiento extraídos de la colonialidad eurocentrista, además para establecer relaciones de dominación que siguen reproduciendo la estratificación de la sociedad y la asimetría entre gobernantes y gobernados, así como la inferiorización y la subalternidad de los sectores populares.

En cuanto a lo anteriormente señalado, es válido citar al reconocido filósofo argentino Enrique Dussel cuando, en su obra «1492: El encubrimiento del otro. El origen del mito de la modernidad«, quien ubica dicho año como «la fecha del ‘nacimiento’ de la modernidad, si bien su gestación envuelve un proceso de........

© Rebelión


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