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«El consejo de los muertos»

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15.04.2024

Tan solo hace unos días, don Pedro Sánchez Pérez Castejón, a la sazón Presidente del Gobierno de España, por sorpresa y sin previo aviso, hizo una visita a la unidad forense que desarrolla sus funciones en la cripta de la Basílica del Valle de los Caídos, situada en el bellisímo paraje de la Sierra de Guadarrama denominado: Cuelgamuros.

En dicha Basílica reposan difuntos cuya muerte se produjo en la guerra civil que tuvo lugar en España el siglo pasado durante los años comprendidos entre 1936 a 1939. Los cadáveres que allí reposan pertenecen a ambos bandos en los que quedó dividida y enfrentada España.

Los documentos motivadores de la construcción de la Basílica del Valle de los Caidos rezan del siguiente modo: “…el más elevado sentido de la unidad y hermandad de los españoles. Este ha de ser en consecuencia el monumento a todos los caídos, sobre cuyo sacrificio triunfan los brazos pacificadores de la Cruz”.

La visita ha causado un gran impacto. Es lógico. La prensa mostraba fotografías de mesas en las que se formaban prolongadísimas filas de fémures, tibias y calaveras siendo contempladas por un don Pedro absorto y circunflejo. Recordaban aquellas fotografías al desdichado Hamlet en diálogo con la calavera de Yorick, el bufón del rey: Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro”.

Sí. Estas imágenes publicadas en la prensa son las que a muchos les ha llevado a pensar que don Pedro Sánchez Pérez Castejón acudió ese día al osario del Valle de los Caídos a solicitar el discreto y sabio consejo de los muertos.

Es lógico. El cerco se va estrechando. Koldo desde las puertas del prostíbulo acecha. Ábalos desde los altos del Congreso vigila. Una multitud de alimañas piden su parte. Desde Cataluña le azuzan y de él se ríen, mientras le exigen la mordida en secreto pactada. Los vascos juegan en la bolera siendo solo él, el único bolo. Las gentes le chillan, le insultan, le abroncan y a chufla le toman. Y eso a él, que es más chulo que un ocho, claro, le........

© Periodista Digital


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