Repensar la ciudad para sus gentes
La ciudad habitable la conforman la gente con sus casas, sus calles, sus plazas, sus espacios públicos, sus comercios, sus polígonos industriales, sus servicios y dotaciones… Siendo importante su accesibilidad, sus comunicaciones, su implantación en el lugar, su entorno. Y para que una ciudad, un pueblo, tenga calidad de vida, todo ello debe estar bien planificado, bien asentado, porque la ciudad será más vivible cuanto más equilibrio haya entre todas sus partes. Ese equilibrio hace que las gentes de una ciudad se desarrollen, convivan, disfruten y crezcan. El arquitecto danés Jan Gehl, en su libro Ciudades para la gente nos habla de que el objetivo es lograr ciudades vitales, seguras, sostenibles, sanas, accesibles y transitables. Y para ello es necesaria la escala humana, la que se tiene al caminar (lentitud, contemplación, encuentro…), no la que se percibe en un automóvil (rapidez, prisa, aceleración…). Una ciudad diseñada y adaptada para toda su ciudadanía, niños, adolescentes, mayores, abuelos, discapacitados, es decir, una ciudad democrática que se acomode a todos los públicos y que sea inclusiva. En una ciudad así, no puede haber barrios marginales donde no sea seguro vivir, donde la pobreza energética conlleve hogares insalubres con calles intransitables, donde la contaminación........
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