A echar cuentas
La estabilidad encontrará sus venideras emociones en un empeño aritmético. Un estresante ejercicio de sumas y restas. O quizá ni eso en el supuesto de que Pedro Sánchez desafíe, como advierte, a la esencia democrática, desoyendo al Parlamento a modo de testosterona autárquica. Sencillamente, la mayoría de la investidura se tambalea. Oscila a golpe de estado emocional. Un día a vueltas con Maduro y Venezuela; otro, con la financiación singular; al siguiente, con los inmigrantes que nadie parece acoger y menos Puigdemont. En paralelo, nubarrones sobre la amnistía por culpa de la malversación. Un camino de espinas cuando aún queda la traca final de los Presupuestos. Puro ejercicio de supervivencia titánica.
En el cayetano barrio de Salamanca, entre copa, mantel y compra de pisos, muchos venezolanos solventes asisten encandilados al exilio de Edmundo González, su presidente. Otros compatriotas que simplemente sobreviven, también lo celebran. Salvo Zapatero, Monedero y cuatro lobistas del petróleo, nadie apuesta por Maduro. Hasta EH Bildu se ha dado cuenta de su........
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