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‘Trabajo y Unión’

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06.12.2024

La médula del movimiento cooperativo vasco se entronca con la divisa de Trabajo y Unión, que Arizmendiarrieta identificaba con “la sana filosofía social personalista y comunitaria”. En efecto, puede decirse que la comunidad vasca a la que se aspira es una comunidad de base personalista. No puede haber comunidad donde se difumina la persona, si no se pueden singularizar las personas que operan en común para dar respuesta a sus necesidades primordiales. En este sentido, la provisión de “lo material debe ser inseparable de lo espiritual” (JMA). Por su propia naturaleza, la persona es sujeto y a la vez es finalidad. Esta cultura comunitaria le asigna la función de desplegar todas sus potencialidades para ejercer como sujeto para el bien común. Bien común que no es un bien colectivo del que pueda disfrutarse al margen de la provisión de las necesidades propias de cada persona, sino que en su significado procura integrar las dimensiones individual y social de todo bien, atención o servicio que necesiten alcanzar las personas.

El punto de partida de esta concepción puede ser la noción barandiaranista del Gizabidea, desde el que puede desplegarse toda una sociología moral. La dimensión universal que se reconoce en la persona se acredita en la projimidad. El Gizabidea –camino o experiencia de humanización– se articula a partir de la pregunta del sentido (zertarako?) de la vida humana, como vía abierta a recorrer incesantemente, como una búsqueda inacabable. Un paraqué al que las diferentes civilizaciones que se han sucedido entre nosotros han dado una respuesta diversa, y ha evitado el endiosamiento del individuo humano. “Ez gara gure baitan - No dependemos de nosotros mismos”, es........

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