Propósitos, deseos, sueños y fantasías
Estos primeros días del año acostumbramos a pensar en el tiempo que empieza, nos proponemos cosas aprovechando el incentivo de lo nuevo. Hay quien incluso pone todo eso por escrito, redacta una lista de objetivos para los siguientes doce meses, los enumera según su importancia, establece con ellos un orden de prioridades. A menudo sucede que uno se anima hasta tal punto en esa labor, que acaba perdiendo el hilo, confundiendo los términos, mezcla elementos de distinta naturaleza.
Quizá por eso, por nuestra tendencia general a meter lo diferente en un mismo saco, sería bueno discriminar desde el principio, crear una serie de categorías como hizo Kant en el ámbito filosófico, elaborar una hoja con varios apartados. Y es que, como todos sabemos, hay logros que dependen en gran medida de nosotros, que requieren nuestra voluntad. Quien se plantee dejar de fumar debe asumir que se encuentra ante un propósito, es decir, ante algo que está en su mano conseguir, hará bien en tratar el asunto como tal, en no confundirlo con un mero deseo.
He ahí el primer escollo en este recorrido, algo que nos ocurre también en otros momentos de la vida, ese autoengaño en el que incurrimos al asociar una meta propia a la concurrencia exclusiva de factores externos. Quién no recuerda a aquellos compañeros peculiares del colegio que, antes de un examen, fiaban la nota a la fortuna, tocaban madera o cruzaban los dedos en una especie de conjuro,........
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