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Entrevista a Brian Boyd

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13.09.2024

Escucha fragmentos de la entrevista:

¿Cómo fue su primer encuentro con la obra de Nabokov?

Mis padres tuvieron que dejar el colegio durante la Depresión, así que no podían satisfacer mi pasión por los libros. Vinimos a Nueva Zelanda en 1957 y teníamos una tienda. Compraron una librería con una pequeña biblioteca. Allí había libros de Nabokov. Lolita era un clásico y también un libro erótico: naturalmente, me lo llevé a casa y lo leí, creo que hasta el final, aunque no lo entendí. A los dieciséis vi una entrevista con Nabokov en Time, cuando acababa de aparecer Ada o el ardor. Me encantó lo que decía. Saqué de la biblioteca el último libro que tenían, Pálido fuego, y lo leí siguiendo cada pequeña pista, resolviendo algunos de los misterios antes de avanzar mucho en el libro en términos de lectura consecutiva. Esa sensación de descubrimiento, de entusiasmo, ha permanecido conmigo todas estas décadas.

Trabajó sobre él en la universidad.

En mi máster, trabajé sobre Pálido fuego, Ada y Cosas transparentes. En Opiniones contundentes Nabokov decía que le avergonzaba un poco que nadie hubiera entendido Cosas transparentes. Como yo pensaba que sí, le mandé mi disertación. Véra respondió amablemente y pensé que ya había terminado con eso. Fui a Toronto a hacer el doctorado, con la idea de trabajar sobre John Dryden, pero luego volví al siglo XX. Escogí a John Barth y me aburrí enseguida. Algo me hizo regresar a Ada y me di cuenta de que en aquella disertación había pasado por alto muchas cosas. Volví a Ada y decidí hacer el doctorado sobre la novela. Envié un par de capítulos sobre el estilo y el pensamiento de Nabokov a Carl Proffer, que dirigía una revista de literatura y había montado Ardis Publishers, que publicaba las obras rusas de Nabokov en Estados Unidos. Le mandó el material a Véra Nabokov y ella fue muy positiva. Cuando terminé la tesis se la envié. Poco antes de regresar a Nueva Zelanda, recibí una carta donde me invitaba a verla en Montreux. Fui y la asalté con preguntas. Había recorrido bibliotecas de Estados Unidos para encontrar documentos y cuando nos vimos sabía muchas cosas de Nabokov. En casa me sentía perdido, lejos de los materiales. Véra me mandó una carta donde me invitaba a ordenar los archivos de Nabokov. Acepté. Me pagó el viaje y un sueldo. Durante el día ordenaba el archivo y luego me dedicaba a mi trabajo bibliográfico. Hice eso durante dos veranos: le pedía que me enseñara más cosas, pero ella era reacia. En 1981, cuando le pedí ver unas cartas, me dijo: ¿Para qué necesitas verlas si solo estás haciendo una bibliografía? Creo que ella no era consciente, pero ahí fue cuando vi que podía hacer la biografía. Solicité una beca, le recordé lo que había dicho y entonces me permitió empezar una biografía. Desde noviembre de 1981 a enero de 1983 estuve en Montreux, la veía todos los días, iba a los lugares donde había vivido: Berlín, París, San Petersburgo (todavía Leningrado). Surgieron más proyectos: la edición de Library of America, ediciones de las traducciones, de los trabajos sobre las mariposas. Intento no trabajar más en Nabokov, pero surgen cosas constantemente: las cartas a Véra, un libro de entrevistas inéditas que estoy recopilando con Anastasia Tolstói… Ahora siento cosas que burbujean bajo la superficie en Lolita: creo que es una novela que tiene una capa oculta y me gustaría escribir un libro o dos sobre ella.

En Stalking Nabokov corrige una interpretación de Lolita basada en un desajuste de fechas. Ha tenido otras discusiones de ese tipo.

En 1997 empezó un debate en mi web sobre mi interpretación de Pálido fuego. Contesté y descubrí nuevas cosas. El director de la revista Nabokov Studies me preguntó si escribiría un artículo a manera de respuesta. Empecé y me di cuenta de que mi interpretación del libro era errónea, y también la de todos los demás. Ese es el origen de mi libro Nabokov’s ‘Pale fire’. El otro día alguien me señaló una broma que yo no había advertido al comienzo de Ada. Había encontrado otros chistes y alusiones, pero no ese. Nabokov es muy divertido porque entiende lo fácilmente que se sobrecarga nuestra atención. Le gusta jugar con la distracción y las sorpresas.

La historia afectó dramáticamente la vida de Nabokov, pero los grandes debates públicos no parecían interesarle.

Se enorgullecía de estar por encima de la historia. En las cartas te haces una idea de cómo le afectaba, de lo que lo marcó ser un escritor en el exilio. Pero también le gustaba la libertad intelectual y cultural que le ofrecía. Fue feliz en Estados Unidos. Hay quienes dicen que estaba más atento a la historia de lo que daba a entender públicamente. Hay un libro de Andrea Pitzer que muestra a Nabokov a la luz de Rusia y la Guerra Fría. Exagera, pero Nabokov creía que Rusia era totalmente incomprendida en Occidente, donde se había instalado la idea de que Lenin había liberado a los siervos. Había una completa ignorancia de cómo había aplastado una tradición liberal. No era un asunto central, pero su obra muestra un gran conocimiento de la historia, y parte de la diversión de Ada reside en la capacidad de detectar los juegos y los anacronismos. Creo que tenía una aguda percepción de la contingencia y lo impredecible de la historia. El desorden de la política del poder era para él casi el lado menos atractivo de la humanidad.

¿En qué se diferencian el escritor en inglés y el escritor en ruso?

Creo que Nabokov era mejor escritor en inglés, aunque él pensaba que escribía mucho mejor en ruso. Su último estilo en ruso se había hecho muy complejo y poco fluido. Recuerda a........

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