“La máquina de la dictadura tiene que desmontarse y sus instituciones tienen que desaparecer”
No iba a escribir esta columna sobre el presidente, ni sobre la corrupción en su gobierno, ni sobre el fracaso de la política exterior feminista, ni sobre el desparpajo futurista del ministro de educación, que ha empezado a fundar facultades de inteligencia artificial mientras su jefe se frustra porque Colombia aún no ha mandado tejido humano a Marte.
La iba a escribir sobre los militares que están protestando porque en el Hospital Militar van a recibir a exguerrilleros de las FARC que firmaron el acuerdo de paz de 2016. Iba a decir que la palabra “hospital” se conecta con la “hospitalidad”, y que no hay mayor seguridad en la propia victoria que ser magnánimo con los adversarios vencidos. Y que los soldados de Colombia deberían, más bien, recibir con altivez fría, y sin protestas, a esos viejos y enfermos y derrotados guerrilleros en su hospital.
Pero entonces el presidente propuso, por fin, una salida a la crisis en Venezuela. Digo “crisis” por usar un eufemismo, porque lo de Venezuela no es una crisis, en verdad. O, sobre todo, es otra cosa antes que una crisis. Es una dictadura que se robó unas elecciones, violando no sólo los derechos políticos de sus ciudadanos y de la oposición, sino también un acuerdo internacional, el de Barbados, en el que participó Colombia, y que establecía que las elecciones del 28 de julio debían ser libres y transparentes.
Y esa dictadura, en los últimos días, ya ascendió en la escalera de las dictaduras, para volverse radical, total, persiguiendo a la gente por memes en su celular, golpeando las puertas en la noche y haciendo desaparecer el poco espacio cívico que quedaba, criminalizando la oposición y a las organizaciones no gubernamentales.
La salida que propuso el presidente de Colombia a esta crisis es un programa de cinco puntos: “1. Levantamiento [de] todas las sanciones contra Venezuela; 2. Amnistía general nacional e internacional; 3. Garantías totales a la acción política; 4. Gobierno de cohabitación transitorio; 5. Nuevas elecciones libres”.
Antes de ver el programa punto por punto, vale la pena recordar cuál ha sido el papel de Colombia frente a Venezuela.
El gobierno actual reestableció unas relaciones con la dictadura que había encontrado rotas. A pesar de que al cierre de esta columna, la Cancillería no había corregido su manifestación general sobre Venezuela, y a pesar de que esa manifestación tiene un tono que viene del gobierno anterior (“el cerco político y diplomático al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro (…) ha impulsado avances sin precedentes en el proceso popular y constitucional para el restablecimiento de la democracia en Venezuela”), es claro que Colombia, bajo la administración actual, rechazó el intento de conseguir el regreso de la democracia en Venezuela cercando diplomáticamente e ignorando la autoridad del dictador. Más bien, el gobierno trató de contemporizar con la dictadura, y le nombró, primero, a uno........
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