Benposta, el Sol y la Navidad
No lo recuerdo bien, pero mi primera experiencia en el circo fue en el de los Muchachos en una Navidad en la que no alcanzaba siquiera los dos dígitos de edad. De aquel viaje a la ilusión recuerdo un paseo en caballo y la figura del castillo de arlequines como reclamo, una estructura que aún se puede ver a los pies de la desvencijada cúpula de Benposta en una finca de Seixalbo. No lo recuerdo bien porque todas las memorias que se bañan en magia, con el tiempo, se vuelven difusas.
El circo y la Navidad comparten el ejercicio de la fe. Los números de ilusionismo o las piruetas imposibles nacen del mismo milagro que el dibujado por el trineo de Santa o la estrella de Belén. Creer algo sin cuestionarlo nos permite viajar a lugares recónditos nunca antes imaginados, un superpoder que atesoran los niños.
A lo largo de sus 40 años de vida, el ‘Circo del........
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