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Las memorias de Esteban Gutiérrez, exfutbolista: "La vida como futbolista del Real Madrid es muy diferente, te invitaban en todas partes"

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15.12.2025

Esteban Gutiérrez en uno de los campos de La Toba. / Luisma Murias

Noé Menéndez

"Yo era un jugador regular. No destacaba demasiado, pero siempre rendía". Así se define Esteban Gutiérrez, pixueto de corazón, formado futbolisticamente entre Gijón y Avilés y leyenda de equipos como el Sporting o el Zaragoza. Además, puede presumir de haber ganado una liga con la camiseta del Real Madrid en una de las mejores época del club. Compartió vestuario con figuras míticas como Quini, Joaquín Alonso, Butragueño, Hugo Sánchez... Y ahora, tras una etapa como agente inmobiliaro, disfruta de su jubilación de nuevo en Gijón. Tiene dos hijas, Lucía y Paula, y una carrera envidiable. Su historia es la de un niño de pueblo, hijo de ganaderos y que tuvo que ir a segar para ayudar a su familia, que acabó brillando en el mejor escenario: el Bernabéu.

Esteban Gutiérrez enfrentándose a Maradona. / E. G.

"Nací en Oviñana en 1960, soy hijo de Esteban y Amelia. Tengo cuatro hermanos, Balbino, Emilio, Celestino y Urbano. Ahí empecé a dar las primeras patadas a un balón, en la escuela que había en el pueblo. Terminé EGB y no quise estudiar más. Jugaba con mis compañeros, pero no había un equipo federado. El más cercano estaba en Cudillero, que jugaba en categoría regional, eran adultos y yo tenía 13 o 14 años. En las fiestas de San Roque siempre se organizaban partidos de solteros contra casados y venía algún equipo de algún pueblo. Un año, entre el público había un vecino que era directivo del Veriña, Manolo Golado, que ya murió. Me ofreció ir a hacer una prueba y me acabaron fichando. De aquella era infantil, tenía 15 años.

Una foto de su equipo en las categorías inferiores del Veriña. / E. G.

Los primeros pasos. "Tenía que ir hasta Gijón cuatro veces por semana. Salía de casa a las dos de la tarde, bajaba andando hasta la parada del autobús, que estaba a dos kilómetros, y arrancaba hasta Gijón. Encima ese bus paraba en todos lados. En Gijón cogía el urbano y subía hasta Veriña. Entrenaba y a las nueve hacia el trayecto de vuelta. Llegaba a casa sobre las once. Además, los fines de semana me tenía que quedar en Gijón. El sábado por la tarde jugaba con el infantil y el domingo por la mañana con el juvenil. Me quedaba a dormir en casa de mi entrenador, para no hacer tantos viajes. Con el Veriña conseguimos ascender a Liga Nacional, ahí es cuando se fija en mí el Ensidesa".

Un once del Real Madrid, en un partido en el que jugó el pixueto. / E. G.

Hijo de ganaderos. "Mis padres tenían ganado y, además, mi padre era panadero. Mis dos hermanos mayores estaban estudiando fuera, por lo que a mi me tocaba ayudarles en todo lo que pudiese. Cuando no entrenaba iba a segar, al maíz, a las patatas… Que, por cierto, se me da muy bien".

El Ensidesa. "Con 17 años estaba jugando en el primer equipo del Ensidesa. Ahora que se habla tanto de los pisos compartidos, me acuerdo que en aquella época me quedé en una pensión de Sabugo que tenía el baño compartido. No estuve nada bien, porque comía todos los días fuera de casa. Una hermana de mi abuela vivía en Avilés, en la zona de los pescadores, y me ofreció quedarme en su casa, pagándole 7.000 pesetas al mes. Así estuve un año hasta que me saqué el carnet de conducir, y entonces ya iba y venía todos los días desde Oviñana. Entrenábamos por las tardes, asi que, por las mañanas, cuando ya tenía coche, ayudaba en casa a mis padres. Me acuerdo que, en aquella época, empezamos a construir un supermercado y un bar en el pueblo. Por las mañanas bajaba en tractor a la zona del faro a cargar piedra; subíamos, y luego yo me iba a entrenar".

Sus padres, un apoyo. "Mis padres me apoyaron a ser futbolista, pero tenía que dar el callo igualmente. Gracias a Dios empecé a ganar dinero pronto, el Ensidesa me pagaba. Al cuarto año de ir fuera a jugar ya estaba cobrando. Ganaba 15.000 pesetas al mes, con ellas pagaba la pensión y el resto se lo daba a mi madre. Yo me quedaba las primas, que eran 5.000 pesetas por partido ganado y 2.500 si empatábamos fuera. Si empatábamos en casa no nos daban nada. Vivía como un cura. No tenía muchas más aficiones ni mucho tiempo libre, estaba totalmente centrado en el fútbol. Quería tirar a muerte hasta saber a dónde llego".

El Sporting. "El Sporting me fichó antes de irme a la mili, pero me dejó un año cedido en el Ensidesa. Tuvimos problemas con el club. Villa, Zurdo y yo queríamos que nos subiesen el sueldo, pero el presidente no aceptó. Reñimos mucho con Muro de Zaro. Nos fuimos a Madrid, a la AFE, y de la que volvimos escuchamos por la radio que nos había fichado, a los tres, el Espanyol. No se me olvida, volvimos en un 1430 rojo y sonó en la radio. Nosotros no sabíamos nada del tema, nunca habíamos hablado con nadie de ese equipo. A los cuatro o cinco días salta que el Sporting paga por nosotros 20 millones de pesetas. Ahí empezamos a........

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