En Colombia solemos despedir el año entre fiestas y pequeños gestos: comerse a la carrera  12 uvas que llevan sueños, la maleta alrededor de la cuadra para materializar oportunidades, quemar un “año viejo” para dejar atrás los problemas vividos. Son actos que dicen mucho de lo que somos: un país resiliente, que incluso en la dificultad, insiste en la esperanza. Pensando en 2026 y al sentarse a la mesa de fin de año, propongo algunos caminos de la Colombia que deberíamos ser.

Que sea un año de participación democrática masiva, donde la gente vote por convicción y no por clientelismo o por el dinero de mafias. Un año en el que logremos unidad en la diversidad y superemos la camorra inútil entre quienes creen en las libertades, los deberes y derechos, la democracia y la defensa de las instituciones. Colombia necesita........

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