Estuve en Buenavista hace unos días. Me acompañaban entrañables amigos, entre ellos Juan Pablo Noguera Villa, defensor acérrimo de los derechos civiles y promotor de comunidades vulnerables en el Atlántico.

No fue una visita; fue una revelación. El paisaje, que alguna vez creí conocer, se reconfiguró ante mí con una fuerza silenciosa. Las olas de verde no eran solo vegetación; eran memorias detenidas, vistas por los ojos de mis amigos costeños.

Y en esa revelación, disfrutando de Buenavista, tomando café, comprendí que el pueblo no solo existe, sino que se estructura cada vez que alguien lo contempla con respeto.

El parque principal estaba en obras. Y entonces, como lo hablaba hace algunos años con amigos de la zona, pensé en lo que........

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