Pensar el hoy, con Hannah Arendt
Por Iñaki Urdanibia
«Sin duda convendría subrayar que la llamada al pensamiento se hizo oír en el extraño entre-dos que se inserta a veces en el tiempo histórico que no solamente afecta a los historiadores sino también a los actores y testigos, los vivos mismos, que toman conciencia de un intervalo de tiempo que está enteramente determinado por cosas que ya no son y por cosas que no son todavía. En la historia, esos intervalos han mostrado en más de una ocasión que pueden suponer el momento de la verdad […]. Una crisis nos fuerza a volver a las mismas preguntas y requiere nuestras respuestas, nuevas o antiguas, pero en todo caso juicios directos. Una crisis no se convierte e catastrófica más que si nosotros respondemos a dichas cuestiones por medio de ideas totalmente consolidadas, es decir por prejuicios»
Hannah Arendt
«Sepamos reconocer en Arendt un “tábano”, un “torpedo”, un Sócrates moderno, que arroja una imborrable sospecha sobre la filosofía política que hasta entonces parecería estar por encima de toda sospecha. Como una aguafiestas, poniendo su bastón en las piernas de los jóvenes»
Miguel Abensour
Solamente con nombrar a Hannah Arendt se tiende a encuadrarla dentro de la llamada filosofía política, cosa que a ella le repateaba ya que consideraba que ambos términos eran contradictorios (Miguel Abensour lo dejaba claro en su Hannah Arendt contre la philosophie politique?, Sens et Tonka, 2006); su afirmación en más de una entrevista, lo dejaba claro: «no pertenezco al círculo de los filósofos[…]. No me siento filósofa de ninguna de las maneras», aclarándolo más todavía en su La condición humana: «la filosofía política implica necesariamente la actitud del filósofo hacia la política; su tradición comenzó cuando el filósofo se desvió de la política, para posteriormente volver con el fin de imponer sus normas a los asuntos humanos. El fin llegó cuando un filósofo se desvió de la filosofía para “realizarla” en la política». Pues bien, si Ortega y Gasset decía que lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, la pensadora nacida en Hannover en 1906 y fallecida en Nueva York en 1975, proponía pensar en lo que estamos haciendo, tratando de ver cómo se había llegado a la situación actual en aquellos tiempos oscuros que le tocaron vivir: la invitación suponía, como en ella se materializaba, pensar por sí mismo, a la intemperie y sin barandilla segura a la que agarrarse, en un permanente recomenzar.
Ahora Lyndsey Stonebridge (Bromley, Kent, 1965) nos propone en su «Somos libres de cambiar el mundo. Pensar como Hannah Arendt», editado por Ariel, un paseo en compañía de la refugiada, feminista, activista e intelectual independiente que respondía al nombre de Hannah Arendt. No es por empezar con mal pie, ya que hablo de paseos, pero el título, diferente al del original ingles que hablaba de lecciones de amor y desobediencia, no me parece que sea demasiado acertado, ya que la invitación a pensar por sí mismo nosupone pensar como, sino a lo más con, y si es caso contra, ya que lo otro vendría a suponer tomarla como guía o como catecismo a seguir y a aplicar; ya puestos a, en la primera página, no sé si será cuestión achacable a la traducción, pero aparece una frase que a mi modo de ver contradice el modo de actuar de la intelectual visitada y las afirmaciones del libro que las recogen: «un tipo de imaginación crítica que no es creativa ni necesariamente empática», no me extenderé, pero… por una parte, como se deja ver líneas más adelante, la pensadora llamaba a ser creativos, a la vez que siempre mostró cercanía, comprensión y apoyo a los exiliados, a los perseguidos, a los parias, entre los que se contaba ella misma. Dicho esto,........
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