Israel, Palestina… un Estado, dos Estados…
La abundante literatura sobre la cuestión israelí, o palestina que dirían otros, no cesa, y lo que te rondaré, y ello debido a que ninguna de ambas cuestiones está resuelta en la medida que una de las partes cuenta con un Estado, puesto en pie en muchas de las tierras de las tomadas a los segundos desde un inicio, decrecimiento creciente de las zonas palestinas y su leopardización que, por otra parte, con la política de tierra quemada emprendida, una y otra vez por los poseedores del Estado de Israel, hace que la reivindicación de un Estado palestino resulte inviable en la medida en que sería un territorio troceado, y a este paso, absolutamente en ruinas, polvo, humo…muerte, etc. Entre los numerosos libros que se publican sobre el tema o afines, en un par de ellos dí cumplida cuenta en esta misma red hace unos días, he leído un par de ellos más, y un tercero que trata del tema de un modo un tanto tangencial; y de ellos doy cuenta ahora.
Soy consciente, y no me arrepiento, de que ya la entrada desvela una posición bien determinada del que escribe, pero es que la verdad es que servidor no cree que exista la neutralidad, la objetividad, como la propia de la que hace gala un notario al levantar acta de algo sin dejarse contaminar por ninguna opinión, ni positiva, ni negativa.
No es el caso, al menos así lo pretenden y anuncian, los autores de un voluminoso libro, roza las ochocientas páginas, que dicen que su propósito es el de explicar «sin justificar ni juzgar» (¡muy spinozista!), añadiendo que, dicho de manera sumaria, se habla mucho del tema con ideas preconcebidas, sin tener ni idea, y con posiciones bien definidas, a pesar de la supina ignorancia de quienes hablan…El libro del que hablo es «Israel. La tierra más disputada. Del sionismo al conflicto de Palestina», de Joan B. Culla (Barcelona, 1952 – Sant Cugat, 2023) y Adrià Fortet (Terrassa, 1994), editado por Península. El primero, indiscutible especialista sobre el Oriente Próximo, docente universitario y periodista, dejó finalizada la nueva edición del libro que anteriormente, en 2005, había sido editado en Alianza, convirtiéndose en una obra de referencia.
No cabe duda de que la obra presentada es potente tanto en lo que hace a los tiempos abarcados, como por los datos, fechas y nombres aportados. No obstante, sí me parece un tanto soberbio lo que se dice en las páginas introductorias, en la que se somete a reprimenda a quienes hablan con osadía propia de ignorantes, atreviéndose a posicionarse y juzgar de manera inequívoca, «enarbolando palabras contundentes (apartheid, genocidio…), concediendo y negando legitimidades, criminalizando y canonizando todo lo que se refiere al agónico duelo entre palestinos e israelís». Somos lo que leemos, que decía el otro. Solamente viendo las dos palabras que van dentro del paréntesis de las líneas anteriores, se ve que son las que se cuelgan en el haber del Estado de Israel, con sus restrictivas leyes, sus actuaciones brutales, de modo y manera que parece partirse del hecho de que lo infundado es criticar las políticas discriminatorias, marginadoras, y aniquiladoras, que velis nolis, llevan a cabo el gobierno israelí y su poderoso ejército, Tzáhal. A partir de ahí, y vaya de entrada, no hace falta decir que no son los autores del libro los dueños de la objetividad y neutralidad, ni tampoco son los únicos que han escrito sobre el asunto; hay otros autores, otras visiones que también reivindican el rigor histórico a la hora de enfocar y narrar lo que sucede en aquellas tierras, las más disputadas: por los imperialismos y después por el colonialismo sionista, y no se tome dichas palabras como falta de objetividad sino como el simple nombrar de los hechos y comportamientos; cierto es también que conceden que no tienen ni la última palabra, ni la única: «no conclusiones definitivas ni verdades absolutas porque, justamente, el peso de lo absoluto, de lo sagrado, de los trascendente -de los dogmas- es uno de los lastres más pesados y negativos que arrastra este conflicto en el que se disputan tantas cosas “santas”». Me vienen a la cabeza algunos historiadores como Arno Mayer, o los israelís Shlomo Sand o Ilan Pappé (ya sé, que los dos últimos cojean del pie anticolonialista, pero todo dios, hasta Yavé, cojea de alguno, o de los dos), que han escrito obras de sumo interés sobre el candente tema.
Dicho lo cual, probidad obliga, a la hora de poner las cartas sobre la mesa, el libro, como queda dicho, es realmente amplio y documentado, iniciándose el recorrido en el mundo occidental: con (1) las ideas protosionistas y las del fundador de tal corriente Theodor Herlz, y continuando con los siguientes pasos cronológicamente presentados, y los transcribo: (2) Retorno a la tierra y descubrimiento del otro (1882-1920); (3) Con el arado y el fusil (1920-1945); (4) El reparto (1943-1949); (5) Consolidarse en el rechazo (1949-1967); (6) Goliat suplanta a David (1967-1982); (7) Entre Beirut y Kwait (1982-1990); (8) El espejismo del compromiso (1990-1996); (9) La dialéctica infernal (1996-2003); (10) La tentación unilateral (2003-2009); (11) Un oasis en medio de la tormenta (2009-2018) y (12) Crisis política y fractura social ( 2018-2023), capítulos a los que se ha de sumar el Epílogo, Ajedrez letal.
El libro es claro en su propósito, lo que marca sin duda su orientación: exponer el nacimiento y el desarrollo del estado judío desde la irrupción del sionismo a finales del siglo XIX hasta la más rabiosa actualidad, y de paso, como no podía ser de otro modo, el conflicto entre israelís y palestinos, si bien, reitero, el centro de gravedad reside en la experiencia histórica israelí, la génesis y desarrollo de su Estado hebreo. Se rastrean los años de las primeras llegadas de judíos a tierras palestinas, los primeros asentamientos, y la constatación de que aquellas no eran tierras vacías, sino que allá habitaba gente que trabajaba la tierra, etc. Se desvelan las propuestas iniciales del sionismo y su aplicación con la puesta en pie del Estado, como pretendido hogar judío, y los posteriores........
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