A vueltas con Kafka
Mientras estoy leyendo el primero de los libros, cae en mis manos, otro que trata del escritor, y…ya que… pues eso, le hago sitio en este artículo.
Proceso a Kafka
No voy a detenerme en El Proceso del escritor checo, ni tampoco en El otro proceso del que hablase Elias Canetti, sino que voy a acercarme a la obra, de rompe y rasga, de Geoffroy de Lagasnerie: «Desconfiad de Kafka», editado por Bauplan, en la que se sienta en el banquillo de los acusados al autor y a su obra. Confesaré de entrada que, siendo habitual lector del escritor praguense, ya el mismo título del librito que traigo a este artículo me incomoda, sensación que se reafirma, y ahonda, desde las primeras líneas de él. Si Jean Baudrillard pedía olvidar a Foucault, u Olivier Gloag lo recomendaba con respecto a Albert Camus, En esta ocasión el ensayista llama a desconfiar de Kafka; diré más, suma a dicha desconfianza a quienes lo han elogiado. Günther Anders se preguntaba si había que quemar a Kafka, para responder que ninguna de las maneras, moviéndose en un a favor /en contra; dicho sea al pasar que fue precisamente Kafka quien propuso que se quemara su obra, cosa que su amigo y albacea Max Brod desatendió. Nada digamos de Grigory Luckács que embestía no solamente contra el autor del que hablamos sino también de Proust, Beckett, etc.como ejemplos de decadentismo, si bien en sus primeras obras hablaba del realismo profético del escritor checo. No son pocos los pensadores, no solamente del campo de lo literario, que han estudiado algunos aspectos de la realidad política, y otras, circundante tomando como referencia algunas obras de Kafka: así, Walter Benjamin, Hannah Arendt, Jacques Derrida, Michael Löwry, Giorgio Agamben, Theodor W. Adorno, Gilles Deleuze et Félix Guattari, Primo Levi -que tradujo al italiano El proceso– , Jean-François Lyotard, Enzo Traverso, George Steiner, Milan Kundera, André Breton, y…me quedo corto. Hablaba Susan Sontag de que la obra de Kafka había sido sometida a una violación al por mayor; a tal nivel se ha extendido el cúmulo de interpretaciones que podría hablarse de una disciplina que llevase por título kafkología. Precisamente esta enorme pluralidad de interpretaciones hace que el escritor y su arte queden sepultados.
Decía el otro que todo es interpretación, e interpretación de la interpretación, y en el caso de Franz Kafka, tanto su figura como sus escritos han dado pie a cantidades ingentes de interpretaciones que van desde las de índole psicológica-personal, a la religiosa, judaísmo imperando, anti-autoritaria, avisador de incendios, figura existencialista…señalaban los nombrados en su Pour une littérature mineure que Kafka era un «escritor político, adivino del mundo futuro…», en términos parecidos se pronunciaron, por ejemplo, Jarouch que lo comparaba con «un reloj que adelanta» (Kafka decía ser «un espejo que a veces adelanta»), o el mentado Primo Levi que le comparaba con las serpientes que anuncian que va a haber algún terremoto, y…no seguiré. Kafka como lúcido premonitor de los males que luego iban a llegar. No hace falta reiterar que Kafka no era la alegría del huerto, no creía en el futuro, ni en el presente que lo veía con tonalidades realmente oscuras…podría decirse que era un talante punki avant la lettre.
Nada que ver las opiniones que acabo de citar con la que mantiene Geoffroy de Lagasniere que en cierta medida me traen al recuerdo las proclamas de Platón con el fin de expulsar a los poetas de la polis, ya que no hacían sino despistar con sus ensoñaciones de la imaginación que no servían más que para alejar a los ciudadanos de la realidad. Ya en el inicio, apoyándose en Jean Genet, mantiene que lo que describe Kafka no responde a ninguna realidad…a ninguna realidad responde, obviamente tampoco, que un tal Gregorio Samsa se convierta en un monstruoso insecto. Si los textos de Kafka nos tocan es por puro engaño, según afirma el autor, ya que lo que presenta no........
© Kaos en la red
visit website