Lenin y la dialéctica del poder
Nota: texto base para la charla-debate con el colectivo Arboreá Andaluza realizado el pasado domingo día 21 de enero.
«Sólo por la resistencia desafiante hemos ganado respeto y nos hemos transformado en una potencia. Sólo el poder es respetado, y únicamente mientras seamos un poder seremos respetados por el filisteo. Quien haga concesiones no podrá seguir siendo una potencia y será despreciado por él. La mano de hierro puede hacerse sentir en un guante de terciopelo, pero debe hacerse sentir».
Engels: «Carta a Bebel del 18 de noviembre de 1884». Correspondencia, Edit. Cartago. Argentina 1973, pp. 345-346.
¿Por qué volver a Lenin y a la cuestión del poder? ¿Por qué comenzamos esta rápida exposición, citando a Engels en un texto de 1884, hace 140 años, cuando estamos en 2024, un siglo después de la muerte de Ilich Ulianov? Tal y como está el mundo en esta tercera Gran Depresión iniciada en 2007, agudizada desde 2015 y llevada al extremo –por ahora- desde 2020, las clases y pueblos oprimidos somos cada vez más conscientes de que necesitamos poder propio, capacidad de autodefensa frente al avasallador poder injusto del imperialismo sea yanqui o franco-español; más aún, cada vez más Estados débiles se alían entre ellos a diversos niveles –multipolaridad, etc.–, para avanzar en otras relaciones mundiales enfrentadas o al menos diferentes a las dictadas por el imperialismo.
LENIN Y LA DIALECTICA DEL PODER
IÑAKI GIL DE SAN VICENTE
Nota: texto base para la charla-debate con el colectivo Arboreá Andaluza realizado el pasado
domingo día 21 de enero.
«Sólo por la resistencia desafiante hemos ganado respeto y nos hemos
transformado en una potencia. Sólo el poder es respetado, y únicamente
mientras seamos un poder seremos respetados por el filisteo. Quien haga
concesiones no podrá seguir siendo una potencia y será despreciado por él. La
mano de hierro puede hacerse sentir en un guante de terciopelo, pero debe
hacerse sentir».
Engels: «Carta a Bebel del 18 de noviembre de 1884».
Correspondencia, Edit. Cartago. Argentina 1973, pp. 345-
346.
1.- ¿Por qué volver a Lenin y a la cuestión del poder? ¿Por qué comenzamos esta rápida
exposición, citando a Engels en un texto de 1884, hace 140 años, cuando estamos en
2024, un siglo después de la muerte de Ilich Ulianov? Tal y como está el mundo en esta
tercera Gran Depresión iniciada en 2007, agudizada desde 2015 y llevada al extremo –
por ahora- desde 2020, las clases y pueblos oprimidos somos cada vez más conscientes
de que necesitamos poder propio, capacidad de autodefensa frente al avasallador poder
injusto del imperialismo sea yanqui o franco-español; más aún, cada vez más Estados
débiles se alían entre ellos a diversos niveles –multipolaridad, etc.–, para avanzar en
otras relaciones mundiales enfrentadas o al menos diferentes a las dictadas por el
imperialismo.
2.- Por tanto, la cuestión del poder está en primer lugar a nivel internacional, pero
también, dialécticamente, dentro de cada Estado porque sus burguesías endurecen los
ataques a «sus» clases explotadas y a las naciones que oprimen para salir lo menos mal
posible de algunos de los efectos más duros de la tercera Gran Depresión. Si superamos
nuestra credulidad hacia la propaganda capitalista, veremos que la lucha de clases
siquiera en sus formas salariales reformistas, sin contenido político radical, tienden a
aumentar en los países imperialistas por efecto mismo de la crisis. Otra cosa es que
también crezca la derecha y extrema derecha, pero a esto volveremos más adelante. Lo
que nos interesa ahora es retomar la lección histórica de que la mejor forma de ascender
del sindicalismo reformista a la conciencia política es plantear directamente la cuestión
del poder revolucionario en cualquier lucha reivindicativa, por pequeña que aparente
ser.
3.- Para las naciones trabajadoras oprimidas todo esto es decisivo, lo que nos lleva a
bucear en las lecciones históricas basadas en la objetividad de la lucha de clases, al
margen de la malinterpretación y tergiversación subjetiva. Y una de las lecciones vitales
es la que Engels resume en la cita de arriba, siguiendo el criterio de que la dialéctica de
la praxis es la base del marxismo en general y de la aportación que hizo Lenin en
concreto. Por dialéctica de la praxis entendemos la interacción permanente entre crítica
y autocrítica bajo las presiones objetivas de la unidad y lucha de contrarios que es la
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base del movimiento de lo real. La cuestión del poder está en el centro de esta dialéctica
como veremos.
4.- Visto esto, debemos contextualizar la cita de Engels: fue la respuesta a una pregunta
sobre si la ilegalizada socialdemocracia alemana debía renunciar al derecho a la
revolución para ser así de nuevo legalizada a costa de renegar de su identidad, de
rechazar el inalienable derecho/necesidad de la violencia revolucionaria, justa, para
responder a la violencia injusta, reaccionaria. El Estado veía inquieto que la
ilegalización no debilitaba a la socialdemocracia y pensó que dividiéndola podría
derrotarla: ofreció cambiar legalidad por arrepentimiento, con lo que esperaba que
amplios sectores aceptarían el cambio, rechazando para siempre la «violencia» y
asumiendo la «democracia» para siempre. Lo que estaba por tanto en juego era el
problema del poder en su contenido crudo y duro: ¿se podía destruir el Estado sin
violencia, sólo desde el pacifismo parlamentarista?
5.- La respuesta negativa de Engels sintetizaba toda la teoría marxista sobre el poder
elaborada hasta entonces, aplicada a las condiciones de la lucha de clases en Alemania.
Lenin la adecuó a la Rusia de entonces pero también a otra fase capitalista mundial, la
del imperialismo. Veamos los puntos permanentes en la actualidad de esa cita:
5-1.- Hay que imponer respeto, miedo, al opresor, sea el que sea, desde el patrón o
marido que abusa de las trabajadoras en todos los sentidos, hasta el imperialismo en su
conjunto pasando por el resto de la densa y ágil red de interrelaciones de explotación,
opresión y dominación. En estas luchas individuales, cotidianas, sociales, proletarias y
nacionales de liberación el objetivo elemental es crear primero un contra-poder en cada
una de esas luchas que debiliten al opresor, y, a partir de ahí, impulsar el avance a
situaciones de doble-poder como antesala a la destrucción del poder explotador y la
instauración del poder liberador. Vemos que esta perspectiva supera en alcance y
contenido al pobre tópico de los micropoderes, que teniendo parte de verdad es
insuficiente desde la dialéctica del poder.
5-2.- Pero desde y para esta concepción del poder liberador, el que sea, es
imprescindible organizarse de forma adecuada: el patrón, el marido, por ejemplo, han de
saber que sus privilegios desaparecerán porque la explotada se ha organizado de tal
modo que puede responderle y vencerle, y que va a hacerlo. De la organización a
pequeña escala –asambleas de vecinos, estudiantes, consumidores, enfermos,
migrantes…–, hasta el partido comunista pasando por el bello arcoíris de la
autoorganización del pueblo trabajador en organizaciones deportivas, culturales,
informativas, sindicales, socioecológicas, etc., base de lo que debe llegar a ser el poder
de los consejos, soviets y asambleas obreras y populares.
5-3.- Sólo así, demostrando voluntad y decisión organizada para aplicar nuestra fuerza,
seremos respetados, como primera conquista para impedir ataques más duros del
opresor. Pero el respeto del opresor hacia el oprimido, que es la forma suave de llamar
al temor y al miedo al oprimido, es sólo el momento defensivo que facilita la
autoconfianza, la organización, el aprendizaje para luchas posteriores ofensivas sin las
cuales nunca destruiremos el poder dominante y nunca instauraremos el de los y las
dominadas.
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5-4.- Por tanto cualquier cesión, dejadez o claudicación será una muestra de indecisión,
desconcierto, división y cobardía nuestra que envalentonará al poder opresor, como
ocurre en tantas y tantas huelgas obreras y aún a mayor escala en muchos más intentos
previos de movilizaciones populares que son desactivados y derrotados antes de iniciar
sus acciones. Aquí es fundamental el desarrollo de la conciencia política revolucionaria
en todas y cada una de las resistencias por muy individuales o a muy pequeña escala que
puedan ser. Por ejemplo, la lucha ecologista de un barrio popular contra una fábrica, o la
liberación personal del opio consumista, etc., tienen contenido revolucionario cuando
son guiadas hacia la toma del poder por el pueblo, requisito objetivo e imprescindible
para frenar y recuperar el metabolismo socionatural. También es fundamental, por tanto,
la conciencia de crear organizaciones para vencer en esas y en todas luchas particulares
y singulares contra el poder capitalista, o sea, contra la propiedad burguesa.
5-5.- Durante más o menos tiempo, y dependiendo de las circunstancias, la mano de
hierro del pueblo trabajador, la violencia justa, puede estar expectante y preventiva o
intervenir con suavidad según las necesidades; se trata de una ley social confirmada por
siglos de lucha de clases y de pueblos, según la cual hay que medir el momento, sitio y
forma de pasar de la espera a la acción, de organizar y hacer la pequeña protesta vecinal
o estudiantil, la huelga parcial o general, la guerra de guerrillas y/o la insurrección
revolucionaria. Pero hay dos formas de solucionar las dudas que esta ley social plantea:
la reformista, según la cual nunca hay que cruzar el umbral........
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