Navidad, curiosidad y algoritmos: así entra la inteligencia artificial a nuestras vidas
Hay días —como estos— en los que el mundo baja un poco la velocidad.
Las agendas se aflojan, las conversaciones se vuelven más largas y el tiempo deja de estar tan obsesionado con rendir. Navidad tiene eso: no nos vuelve menos productivos, pero sí un poco más permeables.
En ese estado menos alerta pasan cosas interesantes. Probamos ideas que durante el año hubiéramos descartado, retomamos conversaciones postergadas y, sin darnos cuenta, dejamos entrar tecnologías nuevas sin hacerles demasiadas preguntas.
Algo así está pasando con la inteligencia artificial.
En 2025, mucha gente no empezó a usarla para trabajar mejor o tomar decisiones más rápidas. Empezó jugando. Creando imágenes. Probando estilos. Equivocándose. Compartiendo resultados por simple curiosidad, como quien muestra una foto nueva en el chat familiar.
No hubo manuales.
No hubo capacitaciones formales.
No hubo una gran promesa de eficiencia detrás.
Solo experiencia.
Interfaces simples. Resultados inmediatos. Casi sin fricción. La IA dejó de sentirse como “tecnología” y empezó a sentirse como algo creativo, cercano, accesible. No como una herramienta más, sino como una invitación a probar.
Tal vez ahí esté la clave. Las tecnologías que más transforman nuestras vidas no suelen entrar cuando estamos atentos y racionales, sino cuando bajamos la guardia. Cuando creemos que no estamos decidiendo nada importante.
Durante años asumimos que la adopción tecnológica respondía a una lógica clara: hacer algo mejor, más rápido o más barato. Productividad.........





















Toi Staff
Sabine Sterk
Penny S. Tee
Gideon Levy
Waka Ikeda
Grant Arthur Gochin
Rachel Marsden