En España se entierra muy bien, ya lo decía Rubalcaba, pero a los obituarios les encuentro el defecto que supone el hecho de que el finado no puede levantar la cabeza y corregir al homenajeador cuando exagera o tergiversa. Queda, a todas, luces, en inferioridad de condiciones. Además, la tendencia en boga, como vimos junto al féretro de Concha Velasco, es que los hunos y los hotros intenten apropiarse del muerto, una bajeza en la que no estoy dispuesta a caer. Así que a partir de ahora he tomado la decisión de que mis homenajes, si merecidos, mejor en vida. Y el día de su jubilación, me parece el momento perfecto: hoy cuelga los hábitos de periodista Paco Forjas y, si yo estuviese en Valladolid, que no es el caso, descorcharíamos juntos una botella para celebrarlo. Sería una buena botella del mejor Ribera Duero, o al menos así se las gastaba en Berlín, cuando cubría la plaza de corresponsal de Radio Nacional de España. Y colgar los hábitos no es cortarse la coleta.

Desde Valladolid al mundo, Forjas ha informado en Alemania, Francia, Israel y China, además de sus quehaceres a orillas del Pisuerga y del Manzanares. Y todo ello con gran solvencia. Con el mismo espíritu que Ponce de León, Bartolomé de Olmedo o Critóbal de Olea, ha conquistado territorio tras territorio, por la vía pacífica de la información, y ha ido dejando entrañables huellas de su presenciqa en todas esas capitales. Si viajan ustedes a Jerusalén, por ejemplo, quizá encuentren una placa con su nombre en Getsemaní, donde Paco dejó plantado un árbol.

Si el mundo fuera como debería ser, Forjas estaría ofreciendo conferencias en las facultades de periodismo, dando testimonio sobre cómo a menudo el plumilla aterriza en el territorio objetivo sin los medios necesarios, sin la formación apropiada y sin todo el respaldo que sería desable desde la redacción, y aún así debe sobreponerse a todo eso y superar obstáculo tras obstáculo a base de tesón. Si algo ha sido Paco es un currante de la noticia y con mucha honra.

Suplió las carencias con su gran talento para las relaciones públicas y aprendió por el camino todo lo que no sabía al hacer la primera maleta, que es lo máximo que se le puede pedir a una trayectoria profesional. Acompañado siempre por su inseparable Mar, otra embajadora de España como él. Su casa siempre remolino de buen hacer diplomático, aunque no entendí lo profundamente español que es Paco hasta que no supe de su compromiso con la memoria y hasta que no vi los cuadros que pinta. Están los dos invitados a descorchar esa botella en Salamanca, a pesar de que a los de Valladolid les cuesta horrores venir a provincias.

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Paco Forjas

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20.12.2023

En España se entierra muy bien, ya lo decía Rubalcaba, pero a los obituarios les encuentro el defecto que supone el hecho de que el finado no puede levantar la cabeza y corregir al homenajeador cuando exagera o tergiversa. Queda, a todas, luces, en inferioridad de condiciones. Además, la tendencia en boga, como vimos junto al féretro de Concha Velasco, es que los hunos y los hotros intenten apropiarse del muerto, una bajeza en la que no estoy dispuesta a caer. Así que a partir de ahora he tomado la decisión de que mis homenajes, si merecidos, mejor en vida. Y el día de su jubilación, me parece el momento perfecto: hoy cuelga los hábitos de periodista Paco Forjas y, si yo........

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