La mayoría absoluta es lo que tiene, que puedes poner en marcha sin apenas cortapisas las iniciativas que tú consideras más interesantes para tu ciudad, tu provincia, tu comunidad autónoma o tu país. Lo lleva haciendo desde el mes de mayo sin problema alguno el Partido Popular en Salamanca, gracias al mordisco que le pegó a Ciudadanos y al tímido crecimiento de Vox. Y así el viernes pasado, en el pleno municipal, los concejales de García Carbayo aprobaron la creación de la Zona de Interés Gastronómico.
Bajo esta rimbombante definición se esconde lo que el pueblo llano vendría a denominar como una zona de pinchos a la que se va a dotar de una protección especial. O más bien a la que se va a promocionar. Porque, que hayamos visto hasta ahora, en las dos zonas donde hay más posibilidades de que se ponga en marcha esta idea -la calle Van Dyck y aledañas y la plaza del Oeste- no tienen ningún restaurante con estrella Michelin. Se trata de espacios que se caracterizan, sobre todo, por su buen tapeo.
¿En qué consiste esta movida de ostentosa denominación? Pues, en realidad, en ofrecer la posibilidad de que un grupo de bares -mínimo diez- puedan colocar terrazas protegidas por un vallado exterior, encima de una tarima, entre los meses de marzo a noviembre, y en espacios que, en estos momentos, se utilizan como aparcamientos de la ORA. Vamos, se trata de revivir las «terrazas Covid» con una legislación a la carta, que marca unos horarios bastante restrictivos y unas tasas que no son baratas precisamente. Pero, al menos se ofrece la posibilidad de que varios negocios hosteleros puedan gozar de las ventajas de tener una terraza, ahora que se han puesto tan de moda después de la pandemia.
Lógicamente, en esta tierra de bandos, la idea no agrada a todo el mundo. A los vecinos de Van Dyck no les ha gustado cómo se ha gestado el proyecto. Aseguran que nadie se ha interesado por su opinión. Y están muy preocupados porque, de instalarse las terrazas, se perderán muchos aparcamientos, algo de lo que no anda muy sobrado el barrio. Quieren una alternativa.
Vox también criticó la forma en la que el equipo de gobierno municipal ha llevado este asunto. En el fondo, han sufrido un ataque de celos porque consideran que ellos tuvieron la idea primero. Vamos, que estarían encantados si se les reconociese la autoría del engendro.
Y al PSOE local, que parece seguir la línea antihostelera de su amiga la ministra Yolanda Díaz, no le ha hecho ni pizca de gracia. Es más, han criticado que el Ayuntamiento quiera convertir la ciudad «en un parque de atracciones, donde cada hueco de las calles se aprovecha para poner una terraza». Así calificaron las ediles socialistas María Sánchez y María García la propuesta, la cual consideran que transmite un modelo de ciudad que expulsa a los vecinos.
Vale que habrá que poner especial cuidado en las zonas donde se coloquen las terrazas para que no molesten al viandante o a los vehículos de emergencia, vale que habrá que ser riguroso con los horarios para que los ruidos no molesten a los vecinos, vale que los hosteleros que deseen acogerse a esta fórmula tengan que pagar más...
Pero no digamos tonterías. Yo quiero muchos parques de atracciones en Salamanca, muchas zonas que atraigan al turismo -que es de lo que vivimos-, muchos espacios para el disfrute del ciudadano que quiere tomarse una cerveza al aire libre con una buena tapa, muchas áreas que fomenten la economía de un sector tan importante para la vida de la ciudad, muchos más sitios donde, en suma, se respire vida.
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