No hay que ser un especialista para que al mirar el mapa de la Red Transeuropea del Transporte que ha publicado Europa uno se dé cuenta de que hay algo ahí que no está bien.

Las líneas moradas que representan los tramos ferroviarios son las que cubren los trayectos más importantes del país, pero casualmente –en realidad no es casual- pierden el color justo en la vertical que debería reconstruir la Ruta de la Plata, o en la horizontal que abriría el corredor más directo posible entre Madrid y Portugal.

Si en vez de un mapa de trenes fuera un escáner cerebral, la lectura sería la de un clarísimo ictus en Salamanca, entre otras provincias de Castilla y León, que deja a toda la zona sin una circulación vital. La comparas con otras ciudades y Salamanca va quedar tonta.

Si la imagen la coge un cardiólogo lo que vería sería un bypass: alguien ha cortado arterias, las ha retorcido y las ha empalmado de forma artificial para forzar que el riego sanguíneo pegue un rodeo y vaya por donde él quiere, pero no por donde marca la naturaleza.

Sin Ruta de la Plata y sin Corredor Atlántico, al menos nos queda la conexión con Madrid. Era ironía. Con tres míseras frecuencias del Alvia al día, es imposible que uno de los miles y miles de salmantinos que solo ha encontrado trabajo en la capital se plantee trabajar en Madrid y vivir en Salamanca gracias a un cómodo trayecto de hora y media. No le queda más remedio que marcharse con todo el equipo.

Encima hay que escuchar a algún 'salmantino' hacer chascarrillos diciendo que no entiende cómo es posible que los hoteles de la ciudad rozaran el lleno si nos estamos todo el día quejando de que no hay trenes. Entendemos el juego político porque lo hacen todos. Entendemos que si desde arriba se dicta una postura, a los de abajo les toque ponerse de perfil o tratar de pasar de largo, pero mofarse de algo que perjudica a tu ciudad es no tener ni humor, ni salmantinismo, ni la más mínima conciencia de lo que significa haber sido elegido para defender los intereses de tu tierra.

Da auténtica envidia –de sana, nada- ver las veintipico conexiones ferroviarias diarias entre Valladolid y Madrid. Esta semana también dejó claro que la esperanza de recibir vuelos internacionales en Matacán tiene menos peso que ver al Girona levantando el título de Liga.

De hecho, la última respuesta del Gobierno a por qué no dotan de más frecuencias de Alvia a Salamanca fue de traca: porque hay menos pasajeros que antes de la pandemia, dicen. Es decir, porque cuando teníamos cuatro trenes, viajaba más gente que cuando tenemos tres o teníamos dos. ¡Nos ha fastidiado! Y aún así, lo dudo. No recuerdo una demanda de billetes tan alta como la que se ha dado en los últimos años a raíz del bono de Renfe.

El caso es que los planes que los gobernantes tienen para Salamanca apuntan a que –a lo mejor- el tren pasará por aquí en el año 2050.

Un estudio que la Universidad Católica de Ávila realizó hace ya algunos años ofrecía una proyección sobre la población que tendrían los distintos municipios de Castilla y León. Los datos que prevé para la Salamanca de 2050 son desoladores: una ciudad pequeñita con 37.000 habitantes menos que en la actualidad, y más envejecidos aún, que ya es difícil.

En la provincia habrá cerca de 100 pueblos que tendrán menos de habitantes. Territorios fantasma si no se hace algo por remediarlo.

No es el tren el que va salvar a los pueblos. Tiene más que ver con la permanencia de servicios como la sanidad, los bancos, las gasolineras, etc. Pero cuando dentro de tres décadas llegue el ansiado tren, en el andén no va a estar esperando ni la paciente Penélope, con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón.

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QOSHE - Ictus ferroviario - Javier Hernández
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Ictus ferroviario

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22.12.2023

No hay que ser un especialista para que al mirar el mapa de la Red Transeuropea del Transporte que ha publicado Europa uno se dé cuenta de que hay algo ahí que no está bien.

Las líneas moradas que representan los tramos ferroviarios son las que cubren los trayectos más importantes del país, pero casualmente –en realidad no es casual- pierden el color justo en la vertical que debería reconstruir la Ruta de la Plata, o en la horizontal que abriría el corredor más directo posible entre Madrid y Portugal.

Si en vez de un mapa de trenes fuera un escáner cerebral, la lectura sería la de un clarísimo ictus en Salamanca, entre otras provincias de Castilla y León, que deja a toda la zona sin una circulación vital. La comparas con otras ciudades y Salamanca va quedar tonta.

Si la imagen la coge un cardiólogo lo que vería sería un bypass: alguien ha cortado arterias, las ha retorcido y las ha empalmado de forma........

© Gaceta de Salamanca


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