Aa
Aa
Aa
-
A
+
Polvo eres…
Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada murió en la madrugada del 4 al 15 de octubre de 1582. El azar quiso que el calendario gregoriano rigiera a partir de esa noche. Más de cuatro siglos después, el cuerpo de la santa andariega, fundadora de tantos conventos bajo la austera regla de su reforma, parece no haber hecho méritos suficientes para ser acreedora del reposo eterno. Enterrada en La Asunción de Alba de Tormes, a los pocos meses abrieron su ataúd para ver si permanecía incorrupta. Jerónimo Gracián le cortó la mano derecha para enviarla al convento carmelita de Lisboa, no sin antes quedarse con el dedo meñique. Tiempo después, el........
© Gaceta de Salamanca
visit website