Ahora que hay un ambiente de fiesta a raíz de las percepciones en torno del boom del nearshoring, un elemento de preocupación empieza a registrarse en América del Norte. El involucramiento de la inversión china en los procesos de exportación de México, lo que ya incomoda a su principal socio comercial, Estados Unidos.

En esta historia, el contexto es fundamental para entender que las inversiones chinas en México no son producto de una ocurrencia. En realidad, están aquí desde hace ya muchos años. En números redondos, China es el segundo socio comercial de México desde 2003. Al cierre de 2023, la relación importaciones vs. exportaciones es de 12 a 1; es decir, importamos 12 unidades chinas y exportamos una. Más de 91% de las importaciones desde China son bienes intermedios (insumos para la fabricación de un producto final; abarcan desde cultivos utilizados para producir alimentos hasta textiles y metales para fabricar productos) y bienes de capital (maquinaria y equipo); el resto son bienes finales.

Bajo la mirada de Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM, ya contamos con más de dos décadas con inversiones chinas en muchísimos productos. Nada ocurrió por generación espontánea. Mientras que en otros países de América Latina, como Brasil y Argentina, las grandes empresas chinas públicas han invertido en materias primas, minerales, petróleo y gas, en México domina más la inversión china privada en manufactura y servicios.

Dicen los clásicos que el éxito es el cúmulo de fracasos y, aunque si bien es cierto no hay muchos capítulos fallidos en la historia de la relación comercial entre México y China, sí se recuerda el descalabro que tuvo la automotriz china FAW en México, en 2009. Sin embargo, aquel episodio también fue un aprendizaje para los inversionistas chinos, dado que ahora algunas de sus armadoras hoy empiezan a registrar buena participación de mercado en el sector automotriz.

Para los inversionistas chinos su tiempo en México no ha pasado en vano pues tienen muy presente que, sin pretender desdeñar el mercado doméstico, aquí hay muchas opciones para diversificar exportaciones y no hay una sola cadena global de valor específica. Bajo ese contexto, si bien domina la inversión china privada, hay otras empresas con propiedad pública del gobierno central de China.

Entonces hay de todo, empresas chinas ya muy consolidadas y otras nuevas que están conociendo a proveedores del mercado mexicano. Así, con la penetración e influencia que la inversión china está teniendo en la actividad económica de México no estamos, de ninguna manera, frente a un dragón de papel sino ante un dragón de acero inoxidable, complementa el también Profesor del Posgrado en Economía de la Máxima Casa de Estudios.

En los negocios, los milagros no existen. El largo proceso de aprendizaje de los inversionistas chinos se ha desplegado por Rusia, Ucrania, Egipto, pero también por América Latina y particularmente en México y Brasil. Sus estrategias para involucrarse son diferentes pues van a través de procesos de ensamble relativamente sofisticados, otras que están importando al 100% pagando los correspondientes aranceles. Hoy, muchas de ellas están en la etapa de definir qué estrategia les resulta más conveniente.

Mientras las perspectivas crecen alrededor del nearshoring, que al mismo tiempo están alimentando la percepción de que se aproxima una gran ola de inversiones, la ruta de los inversionistas chinos en México toma varios caminos. Uno se ubica en el mercado informal, pero esa es otra historia. Las vías por las que están apostando los empresarios asiáticos en la actividad económica formal se manifiestan cuando, por ejemplo, arriban con el negocio completo y con su cadena de proveedores, pero también hay quienes buscan socios mexicanos y proveeduría nacional.

Hoy, las empresas chinas no pueden exportar desde México a Estados Unidos pero están decididas a capitalizar el libre mercado, de un modo o de otro. Incluso, se está registrando un fenómeno que refleja el apetito chino por diversificarse y desplegarse para exprimir el libre comercio: sumarse a la cadena de valor de empresas mexicanas con vocación exportadora o asociarse con una empresa nacional para ser mexicanas y, así, disfrutar de los beneficios que México tiene gracias a los 14 tratados de libre comercio suscritos con más de 50 países.

Actualmente, no hay una verificación del todo eficiente para determinar los porcentajes de valor de contenido regional (VCR) y se presume que, ahí, es donde la inversión china está incidiendo; en un arnés, en un asiento de auto, en un componente eléctrico y electrónico integrado a un monitor que se exporta directamente a Estados Unidos. Entonces, hay una autoparte que dice ‘Made in Mexico’ que cumple con el VCR. ¿Quién la verifica? Es ahí donde se integran las empresas chinas, todavía no en forma sustantiva pero sí creciente.

En pocas palabras, es algo así como “Made in Mexico, powered by China”.

En el marco del TMEC, se sabe que el gobierno de Estados Unidos tiene presente estas circunstancias y ha pedido a su contraparte mexicana claridad sobre los porcentajes de VCR en sus exportaciones. Es claro, no hay un mensaje entrelíneas, el principal socio de México no quiere que haya algún grado de inversión china en este acuerdo comercial, aduciendo cuestiones de seguridad nacional. Dicho lo anterior, no se trata de friendshoring o de nearshoring. Es securityshoring.

La moneda está en el aire. Si México muerde el anzuelo, pondría en riesgo algunas de las inversiones chinas que ya están históricamente integradas a su actividad económica, a las exportaciones mexicanas o aquellas que tienen la expectativa de hacerlo. China de 2024 no es la China de Mao Tse-Tung; es, ni más ni menos, el segundo socio comercial de México.

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Los inversionistas chinos no son los malos de esta película. En realidad, la responsabilidad está en los alcances que desde hace ya varios años ha tenido la actividad industrial nacional. México, sostiene Enrique Dussel Peters, es el campeón mundial del bajo valor agregado, carente de investigación y desarrollo. Debido a ello, el país se ha especializado en las importaciones temporales para su posterior exportación; es decir, aquí se manufacturan autos, computadoras, monitores, compuestos por componentes importados.

Eso, no es culpa de China.

_____

Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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#Entrelíneas | ‘Nearshoring’. Hecho en México, ‘patrocinado’ por China

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06.02.2024

Ahora que hay un ambiente de fiesta a raíz de las percepciones en torno del boom del nearshoring, un elemento de preocupación empieza a registrarse en América del Norte. El involucramiento de la inversión china en los procesos de exportación de México, lo que ya incomoda a su principal socio comercial, Estados Unidos.

En esta historia, el contexto es fundamental para entender que las inversiones chinas en México no son producto de una ocurrencia. En realidad, están aquí desde hace ya muchos años. En números redondos, China es el segundo socio comercial de México desde 2003. Al cierre de 2023, la relación importaciones vs. exportaciones es de 12 a 1; es decir, importamos 12 unidades chinas y exportamos una. Más de 91% de las importaciones desde China son bienes intermedios (insumos para la fabricación de un producto final; abarcan desde cultivos utilizados para producir alimentos hasta textiles y metales para fabricar productos) y bienes de capital (maquinaria y equipo); el resto son bienes finales.

Bajo la mirada de Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM, ya contamos con más de dos décadas con inversiones chinas en muchísimos productos. Nada ocurrió por generación espontánea. Mientras que en otros países de América Latina, como Brasil y Argentina, las grandes empresas chinas públicas han invertido en materias primas, minerales, petróleo y gas, en México domina más la inversión china privada en manufactura y servicios.

Dicen los clásicos que el éxito es el cúmulo de fracasos y, aunque si bien es cierto no hay muchos capítulos fallidos en la historia de la relación comercial entre México y China, sí se recuerda el descalabro que tuvo la automotriz china........

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