Nos indigna que Kate Middleton haya sido maltratada por guardar silencio ante su enfermedad. También nos indigna saber menos de lo que pasa en la guerra contra Gaza o contra Ucrania que cuanto sabemos de la familia real del Reino Unido. ¿Pero quién podría culparnos? Si vivimos en un mundo tan incierto y desajustado, ¿cómo no vamos a buscar un poco de distracción? Y es que, no cabe duda, es más entretenido especular sobre la amante del príncipe William, o sobre los motivos para haber manipulado una fotografía del Día de la Madre en donde la aparición de la princesa es un montaje, que recordar a los más de seis millones de refugiados ucranianos.

Y, también, nos ayuda a distraernos de la guerra, de la crisis económica, social y ambiental, sumergirnos en una canción de Taylor Swift como en una bebida edulcorada, o en un TikTok donde se dice que el rey Carlos ha muerto. Cualquiera de esas cosas es mejor, mucho mejor, que ver las noticias sobre los estragos que van dejando el clima y los populismos reaccionarios. Y es que ¿quién no quiere sumergirse en un festín de candor pop en medio de la debacle? ¿Quién no prefiere una conversación ligera sobre los mellizos que en teoría tuvo el príncipe William con su amante, antes de recordar a las víctimas muriendo en Gaza mientras escribo? Que viva el feminismo pop, que vivan las mujeres que facturan y no lloran, que viva la ‘swiftmanía’, que vivan los chismes de tocador, aunque ya no hay tocador, aunque la fragilidad de la generación pandémica construyó sus relaciones sociales a través de la pantalla y con sus estrellas como figuras ejemplares, más que con las amigas en la mitad de la fiesta.

Y es que la fiesta se acabó, o bien no ha comenzado, pues para todos quienes nacimos hace más de cuarenta años todo tiempo pasado fue mejor, el apocalipsis se acerca, se han perdido la compasión, el decoro, los valores, la resiliencia, la disciplina, todo eso y mucho más, vamos diciendo sin pena aunque con mucho decoro desde un pedestal ¿Moral? ¿Psicológico? ¿Social? ¿Personal? Y cómo no sentir compasión por todos nosotros, por todas nosotras, nosotres, si el mundo tal como lo conocíamos se acabó hace rato.

Se acabó la compasión, escribe una columnista, se acabó la empatía, dice otro. Y yo me pregunto, ¿no será que los acabados somos más bien nosotros? ¿Los godofredos y las godofredas cínicas caspas que tenemos siempre listo un kilo de sal para echarle a la herida de quienes están hartos de oírnos pregonar el fin del mundo? Que ya no habrá peces en el mar, llegamos al fin de la democracia, la mitad de la Tierra dejará de ser habitable, se acaba el agua, se acaba la comida, se acaba la solidaridad, se acaban los ritos, se acaba el futuro y yara yara yara, digo yo. Porque entre más nos afirmamos en descalificar el mundo, más se aferran al sueño azucarado de un mundo leve y chispeante como una copa de champaña. ¿Estaremos, sin saberlo y sin querer, clausurando la puerta del diálogo intergeneracional con nuestros severos juicios?

Pobres criaturas de otra era, nos perdemos en el lenguaje de las pantallas y de la velocidad, y nos consolamos citando a Foucault y a Aristóteles. Pobres profetas de la extinción, nos vamos quedando sin interlocutores porque los más jóvenes no quieren escucharnos y los más viejos comienzan a morirse poco a poco. En una cosa estamos de acuerdo, y es en que todo se acaba. Se me acaba, por ejemplo, el espacio de esta columna, como se acaban tantas cosas de nuestra era. Pero no olvidemos, a una era la sigue otra era, y ojalá el mundo continúe, porque las generaciones venideras tienen otras destrezas, otros bríos y otras herramientas con las que, ojalá, sabrán poner la casa en orden. Una casa que se ve cada vez más distinta, claro, a esa en la que nacimos nosotros, los profetas del apocalipsis.

MELBA ESCOBAR

En X: @melbaes

(Lea todas las columnas de Melba Escobar en EL TIEMPO aquí)

QOSHE - Profetas del apocalipsis - Melba Escobar
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Profetas del apocalipsis

7 0
25.03.2024
Nos indigna que Kate Middleton haya sido maltratada por guardar silencio ante su enfermedad. También nos indigna saber menos de lo que pasa en la guerra contra Gaza o contra Ucrania que cuanto sabemos de la familia real del Reino Unido. ¿Pero quién podría culparnos? Si vivimos en un mundo tan incierto y desajustado, ¿cómo no vamos a buscar un poco de distracción? Y es que, no cabe duda, es más entretenido especular sobre la amante del príncipe William, o sobre los motivos para haber manipulado una fotografía del Día de la Madre en donde la aparición de la princesa es un montaje, que recordar a los más de seis millones de refugiados ucranianos.

Y, también, nos ayuda a distraernos de la guerra, de la crisis económica, social y ambiental, sumergirnos en una canción de Taylor Swift como en una bebida edulcorada, o en un TikTok donde se dice que el rey Carlos ha muerto. Cualquiera de esas cosas es mejor, mucho mejor, que ver las noticias sobre los estragos que van........

© El Tiempo


Get it on Google Play