Un Maduro ya putrefacto
Ingenuamente llegamos a pensar que el burro Maduro, en un instante de lucidez, y ante la magnitud de la votación en su contra -porque la cosa era por él o contra él- iría a terminar aceptando la derrota y volando plácidamente en tapete persa hacia Persia, con sus alforjas repletas de oro y dólares, para completar las caletas que ya tiene escondidas en la arena, con todo lo que se ha robado, y dedicarse a vivir cual jeque árabe el resto de su miserable existencia. Pero no. Decidió darse otro tiempito para acabar de saquear las arcas de un país que era el más rico de Latinoamérica y que entre Chávez y él convirtieron en uno paupérrimo, desde donde la gente tiene que emigrar para proteger su libertad, seguridad personal y supervivencia.
Pensó el burro que, inhabilitando a la carismática Corina, se........
© El Nuevo Siglo Bogotá
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