La semana pasada, en esta columna, lancé una alerta necesaria. Ante el torbellino electoral que se nos viene, no son los candidatos sino la comprensión del modelo lo que definirá el destino de Colombia. Por eso, hoy debemos ir más allá y diseccionar sin filtros la propuesta que la izquierda radical pretende imponernos en 2026. Esta tarea no da espera, sobre todo cuando vemos que la discusión nacional navega sobre una ingenuidad alarmante.

Existe una narrativa seductora que logra permear el imaginario colectivo. Ante las promesas de un cambio estructural o de un progresismo redentor, un sector importante del electorado visualiza un horizonte similar al de las socialdemocracias nórdicas. Idealizan un Estado de Bienestar tipo Suecia o Noruega, garante de derechos infinitos y protección total. Sin embargo, esa visión omite el cimiento que sostiene a dichas naciones.

Esos países europeos viven bien porque primero producen........

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