El señor K
Dicen que no hay muerto malo. También, que hay que dejar que los muertos entierren a sus muertos. No será así en el caso de Henry Kissinger, cuya muerte es, de alguna manera, el punto final que faltaba para cerrar el capítulo del siglo XX en la historia de las relaciones internacionales.
“Un coloso en la escena mundial” -según el obituario que ha publicado la revista Foreign Policy-, “un maestro de la realpolitik, al que algunos consideraban un criminal de guerra”. Ningún diplomático influyó tanto como él en episodios decisivos que, para bien o para mal -la historia es la que es-, configuraron el mundo de su época y aún hoy le dan forma (o lo deforman). Por curiosa casualidad, su fallecimiento ha coincidido con un punto de inflexión en las relaciones sino-estadounidenses, un momento crítico de la........
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