Un nuevo Planadas; del café
Llegar a Planadas nunca fue fácil, aún no lo es. Aunque antes eran 18, 16 o 14 horas de recorrido por una trocha y hoy son 4 por una carretera en buen estado y en algunos otros tramos intervenida con maquinaria de obra pública, aún son curvas, curvas y más curvas para llegar al punto más al sur donde comienza el mapa del Tolima, en límites con Huila y Cauca. Al recorrer una vía tan sinuosa, encañonada y estrecha no es difícil imaginar porque fue tan fácil mantener el municipio y la zona abandonada y volverla caldo de cultivo para la guerrilla y la violencia.
Una situación que empezó a cambiar y mejorar hace apenas unos 18 años cuando la Gobernación del Tolima puso sus ojos allí. Entonces hacerla visible, apropiarse de su reclamo social, enfrentar con contundencia a la guerrilla y sobre todo presionar por inversión social desde lo regional, lo nacional y lo internacional fue clave para dar el vuelco y dejar espacio a apuestas productivas como el café, muy distintas a las armas y la guerra pululante.
Si en 1964 luego de la muerte del guerrillero Charro Negro, el también subversivo Manuel Marulanda no hubiera enviado una carta pidiendo inversión social para esta hermosa región de Colombia, y el presidente Guillermo León Valencia no la hubiera ignorado, tal vez la guerrilla de las FARC no existirían, ni la impronta de Marquetalia y el estigma sobre quienes poblaron esas montañas y las hicieron productivas contra todo pronóstico. Quizá, sin ese capítulo de la historia nos hubiéramos ahorrado ríos de dolor y miseria para Planadas y el país entero, eso es cierto.
Pero sin ello, tampoco hoy podríamos decir al mundo que hay........
© El Nuevo Día
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