Presidente autista, oposición liliputense
Vimos a un Presidente extremadamente autista, que vive en su propia realidad, que desconoce la circundante, así como evade los hechos, las situaciones críticas que lo rodean y que menguan su credibilidad y lo más importante: atentan contra la vida económica y democrática de la nación. Que usa frases prefabricadas y de cajón como que asume la responsabilidad política por los continuos casos de corrupción en que se ha visto envuelto su mandato desde hace dos años y en la campaña presidencial misma, pero que no toma decisiones de fondo en concordancia con ello, como renunciar o pedir las renuncias a quienes en ellos se han visto íntimamente involucrados, de ministros para abajo; personajes que llegaron al cargo con su beneplácito, bendición, apoyo incondicional y cercanía. Es decir, sin ruborizarse se pone al mismo bajo nivel de acción real frente a la corrupción que sus antecesores Duque, Santos y Uribe.
Pero tan bien vimos a una oposición........
© El Nuevo Día
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