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La tuerca en la puerta: Crónica de un país codificado
¡Qué innovación más pintoresca! Ahora, el pobre asalariado que viene a ganarse el pan de cada día tendrá que demostrar su derecho a entrar al trabajo como si fuera un delincuente entrando a la cárcel. ¿Acaso no es suficiente castigo tener que madrugar?
Pero no nos detengamos ahí. ¿Por qué conformarnos con firmar una simple planilla? Mejor hagamos un ritual completo: firma, huella digital, muestra de ADN y, ya que estamos, una declaración jurada de que volveremos al día siguiente. Total, entrar a trabajar es un privilegio que hay que ganarse cada 24........
© El Nuevo Día
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