Ideas para salvar la democracia (también en América Latina)
La historia está llena de casos donde el autócrata gana las elecciones limpiamente y luego va destruyendo las reglas del juego democrático, lo cual alude a algo sabido: que las elecciones son solo una parte del sistema político democrático.
Si antes del triunfo electoral de Donald Trump existía bastante preocupación por el deterioro de la democracia, su sonada victoria parece haberse desatado el pánico. Un aluvión de expresiones, reflexiones, habladas y escritas, que muestran a la democracia al borde del precipicio, llenan los espacios de los medios de comunicación y las redes sociales.
Creo que el problema no reside en la natural preocupación al respecto, sino en que esta se nutre de viejos tópicos que persisten y desorientan. Se pueden mencionar de entrada algunos de ellos: la concepción instrumental de la democracia, el discurso ambivalente sobre una sociedad civil siempre virtuosa, el convencimiento de la superioridad moral de las propias ideas políticas (sean estas de derechas o de izquierdas).
La primera base para fortalecer la democracia en tiempos de turbulencias se refiere a la identificación clara de su naturaleza. Existe la idea extendida de que la democracia se identifica por su capacidad de atender las necesidades materiales y aspiraciones de la sociedad. Es lo que Przeworski señala como la concepción instrumental de la democracia. Esta debe servir para algo, no tiene valor en sí misma. Si acaso debe entenderse como una forma particular de gobierno. Puede que sea el menos malo de los sistemas de gobierno. Pero así se pierde, de una u otra forma, su valor sustantivo.
En realidad, la democracia es fundamentalmente un sistema político para poder obtener y realizar decisiones colectivas, de forma previsible y pacífica. Ese es el principal valor de la democracia. Desde luego, asociado a ese valor sustantivo se supone que las decisiones colectivas se orientan hacia la obtención del bien común. Pero la definición de ese bien común también está sujeta a la deliberación democrática, aunque exista ya una serie de parámetros básicos, entre los que se encuentra el bienestar material de la población. Pero no hay que confundirse: la democracia no es un programa de bienestar social, sino principalmente un sistema político para poder........
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