Chile: el fin del clivaje dictadura-democracia
El país debate hoy cómo interpretar y cerrar –o profundizar– la crisis abierta a partir de 2019. Leer este escenario como una mera repetición de los clivajes de la transición, o como si aún estuviéramos en 1988, es simplemente no comprender la naturaleza de las tensiones políticas actuales.
¿Qué vimos este domingo? Más allá del resultado –contundente y sin apelación–, lo primero es reconocer el funcionamiento del sistema: en poco menos de dos horas tras el cierre de mesas, el Servicio Electoral ya había escrutado cerca del 97% de los votos. A esa altura, el conservador José Antonio Kast superaba el 58.2%, con más de 7 millones de votos. Mientras algunos escribían en las redes “se acaBoric”, otros ironizaban con “cuatro años de Kastigo”. Los principales actores políticos, entretanto, hicieron gala de un comportamiento republicano y un indudable compromiso con la democracia.
Pero el verdadero significado de esta elección está en la irrupción de un nuevo clivaje que organizó el voto. Por primera vez desde el retorno a la democracia, Chile tiene un Presidente que votó por el Sí en el plebiscito de 1988 –para decidir si Augusto Pinochet seguía o no en el poder– y que, además, participó activamente en la campaña de Pinochet. El expresidente Piñera, recordemos, había votado No. Este dato, por sí solo, habría sido impensable durante décadas, no porque la derecha no pudiera ganar –ya lo había hecho–, sino porque el clivaje dictadura-antidictadura funcionaba como un límite estructurante simbólico. Ese límite, hoy, ya no organiza la política chilena, tal como lo argumento en una investigación reciente titulada “Restauración vs. Refundación: Cómo el ciclo 2019-2023 reconfiguró el conflicto político chileno”.
La elección de 2025 no solo marca un cambio de gobierno; marca algo más........





















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