Me enamoré en Miami
El amor llegó a mi vida sin esperármelo. Fue mientras hablaba con mi amigo Alejandro en un café cuando, de repente, llegó a nuestra mesa una negrita dulce y bajita, pero bien fuerte y caliente. Era la colada cubana.
Para quienes no la conocen, la presento en sociedad. La colada cubana es una tacita de café muy engañosa, pues parece un expreso doble, aunque en verdad es quíntuple. Porque si una taza normal de café se hace con una cucharada de café por una taza de agua, la colada cubana es café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, café, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, azúcar, … ¡ah! y un shotcito de agua.
Yo no sabía lo que era el café, hasta que probé la colada cubana. Porque al beberte una, el cuerpo no solo te comienza a bailar guaguancó, sino que puedes pilotear un Boeing, limpiar los clósets de la casa, montar tres emprendimientos, aprender mandarín y si le echas colada al tanque de una moto, prende. No sé qué esperan para........





















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