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Hábitos superados | Columna de Julio César Henríquez
Cuenta la famosa leyenda noruega que un duende celoso robó el molino mágico a una mujer viuda y su pequeña hija, para arrojarlo al mar provocando la salobridad de los océanos. El artefacto se los había regalado un gigante al valorar su situación, garantizándoles el sustento diario, moliendo sal. Era tan poderoso que al recitar dos palabras claves producía la sal requerida. ¿Pueden los celos y los egos alterar el ejercicio del poder?
Otra versión del relato resalta la avaricia de un capitán que sustrajo el molino a un mago en una isla desierta. Su afán de ganancia hizo que en plena navegación pusiera a funcionar el convertidor sin poder........
© El Heraldo
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