Gonzalo Hugo Vallejo Arcila

La Unesco, al considerar que la filosofía es uno de los fundamentos esenciales para lograr la paz, declaró en 2005 que, cada tercer jueves de noviembre se celebraría el Día Mundial de la Filosofía. Hoy día, esta conmemoración enaltece los aportes del filoterapeuta canadiense Lou Marinoff al mejoramiento de la calidad de vida de todos aquellos que se acercan a beber el elíxir de la sabiduría y el crecimiento interior en las fuentes de la “gaya ciencia”, este discurrir jovial y propositivo como Nietzche la definía, en abierta oposición a ese quehacer pesado y academicista en que convirtieron su reflexionar cotidiano. 4 años después de haber lanzado en 1999 su obra “Más Platón y menos Prozac”, Lou Marinoff, publicó otro libro (“Pregúntale a Platón. Cómo la filosofía puede cambiar tu vida”). Los dos tenían el mismo objetivo: enfrentar asuntiva y decididamente nuestro contingente devenir.

Marinoff selecciona asuntos fundamentales a los que nos enfrentamos cada día y los condensa en interrogantes que formula a lo largo de su frondosa obra: ¿Existe el sufrimiento? ¿Nos guía la razón o la pasión? ¿Somos seres racionales y/o espirituales? ¿Cómo diferenciar el bien del mal? ¿Qué son lo bueno y lo malo? ¿Somos capaces de gestionar nuestras emociones? ¿Qué debemos hacer para convertirnos en gestores de cambio? La filosofía, según él, contribuye a forjar cambios en nuestra existencia y ello se logra a través de la sanación, la meditación activa, la autonomía, el alcance de logros, la capacidad de resolución y trascendencia, la ecología interior y el cultivo del ser. Su libro comienza con una reflexión entresacada de las ideas epicúreas: la filosofía que no sana el sufrimiento de las personas es tan vana como la medicina que no cura la enfermedad…

El malestar que a........

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