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El president del Govern, Pedro Sánchez, en roda de premsa des de Johannesburg, en finalitzar el cim del G20, el 23 de novembre de 2025 / EUROPA PRESS
La ambición de poder ha producido una criatura única: un líder que –en su transformación presidencial– pasó de ser adalid de ejemplaridad constitucional, de la aplicación del artículo 155 y la cárcel para Puigdemont, a estar hoy dispuesto a repartirse sin sonrojo hasta los canapés antes de hacerse la foto que Puchi lleva años exigiendo. La evolución de Sánchez no es exactamente ideológica; es de supervivencia, lo suyo es un cambio parecido al de esos animales que cambian de color para mimetizarse con el entorno. En unos pocos años, Sánchez ha pasado de hablar de «golpistas» a calificar a los políticos de Junts de «interlocutores necesarios». Antes prometía orden, ahora ofrece decretos a la carta: si mañana Puchi exige que en Moncloa se entone ‘Els Segadors’ en cada rueda de prensa, tengan por seguro que antes de lo que se tarda en escribir un comentario como este, Sánchez probablemente ya esté ensayando letra y entonación.
El Gobierno anunció ayer que ha entrado en una fase de «reconstrucción de la confianza» que consiste básicamente en asumir ante los indepes neoconvergentes que no se ha cumplido nada de lo se que prometió, y ofrecer una tanda de........





















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