Sur y chilchi
Nací hace muchísimos años en la esquina de las calles Sucre y Chuquisaca, casa de mis abuelos paternos. Mi padre decía que yo era tan pequeño y flaco que cabía en una caja de zapatos. Como mamá, nací en febrero, tiempo carnavalero (mi último cumpleaños fue el día del corso), por lo tanto, en un mes caluroso como son casi todos en Santa Cruz. Es por eso, seguramente, que cuando “vuelca” el viento frío del sur, me produce una sensación extraña, entre alivio y lejanas evocaciones. Es que el surazo provoca una tregua al agobiante calor del fin del verano, que este año ha sido exagerado. Pero cuando el sur llega ventoso y con chilchi, con esa garúa persistente que no se decide a convertirse en aguacero, me perturba, y el ruido del viento más el sonido de las hojas, me lleva a mi niñez y a mi juventud en los campos de Buen Retiro y de El Valle o en la antigua casa de mis padres, poblada de enormes mangos y paltos.
En las noches de surazo siento que con el silbido del viento pasan entre los árboles los espíritus de mis abuelos, de mis padres, de mis tíos y de los amigos que partieron. Es decir que el surazo me........
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