Bolivia ante su hora de verdad energética
En este noviembre cargado de nubes y preguntas, Bolivia vuelve a mirarse en el espejo de su propia historia energética. No es la primera vez que creemos haber encontrado el “billete ganador” y que la realidad termina poniéndonos la mano en el hombro para recordarnos que las economías serias no viven del azar. Desde 2014, la producción de gas ha declinado sin pausa y con ella los dólares que alimentaban importaciones, subvenciones y una aparente estabilidad que, con el tiempo, se reveló como un espejismo caro. Durante años preferimos la ilusión de precios artificiales antes que la disciplina de construir un sistema energético sostenible. Hoy pagamos el precio: estanflación, escasez y una empresa estatal pesada como ancla, lenta para contratar, sin reflejos para competir y atrapada en la maraña del centralismo.
Lo paradójico es que la nacionalización, como concepto, nunca fue el problema. Lo fue su manejo: sin rumbo estratégico, sin meritocracia, sin blindaje técnico. El boom de ingresos se diluyó en gasto coyuntural en vez de........





















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