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Corrupción: la estrategia que Sánchez plagiará

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23.11.2024

Hubo trabajo antes de la declaración de Aldama. Por parte de su abogado, pero también por su lado. El factor humano, siempre tan importante y tan infravalorado en los análisis, afloró después ante los medios. El tono de quien podría conectar todos los presuntos casos de corrupción pareció el de un hombre dolido con Sánchez, alguien íntimamente herido. Al trasluz de su agresiva amargura pudo traslucirse la impresión de que el asunto era personal.

El protagonista venía de ejecutar el primer paso de su estrategia. Antes, se sentó en la pequeña sala blanca del tribunal y comenzó a distribuir minas por casi todos los escaques del tablero. Algunos los dejó intactos, al menos por el momento. Cualquiera que tenga ojos podrá llegar a la conclusión de que Aldama tiene un plan.

Otra cuestión es si lo tiene el Gobierno. Mi impresión es que no, que improvisan todo el rato y corren sin el pedal del freno. Hay precedentes de ello. A la vista está el festival de torpezas en la defensa de Begoña Gómez. Nunca he visto a unos defensores tan capaces de convertir a su cliente en una piñata. Moldear una estrategia suele ser más sencillo cuando se mantiene el principio de iniciativa. Los sanchistas la perdieron hace tiempo y la declaración de Aldama les ha dejado sin capacidad de recuperarla.

Elaborar una estrategia defensiva requiere contar con una mínima capacidad de predecir lo que puede venir desde cada sitio para pensar en lo que puede hacerse en cada caso. Sin embargo, el terreno se ha tornado imprevisible y la velocidad de los acontecimientos se ha acelerado. La situación está tan fuera de control que desborda cualquier capacidad de reacción. Y lo estará, todavía en mayor medida, si las pruebas del propio Aldama o de la Guardia Civil empiezan a acumularse. Bajo ese peso será difícil que no empiece a escucharse el crujir.

Sánchez nunca se ha distinguido por su habilidad estratégica. Repite una y otra vez la misma jugada porque los demás se lo permiten

Primero, entre los voceros mediáticos que temerán por su propia imagen. Y, después, de abajo a arriba en el PSOE. Como ocurrió antes, como ha pasado en todas las organizaciones políticas que se han visto manchadas, la partitura acaba dejando la tecla del patriotismo de partido enmudecida. No dispone Moncloa de muchos más recursos. Cuenta, eso sí, con la esperanza de aprovechar los errores que cometa el adversario. Cierto es que, a la luz de los antecedentes, no parece una esperanza muy infundada. Pero también es verdad que confiar en eso y contar con un plan son cosas distintas.

En realidad, Sánchez nunca se ha distinguido por su habilidad estratégica. Repite una y otra vez la misma jugada, básicamente, porque los demás se lo permiten. Consiste en tirar el pedal del freno por la ventanilla y acelerar hacia un choque en el que las reglas no existen.

¿Problema? Este choque es con la ley, contra los tribunales. Y la posibilidad de que termine imputado parece ahora menos inverosímil. ¿Solución? A falta de imaginación, plagiar la estrategia aplicada por alguien que haya vivido la misma situación. ¿Quién? Cristina Fernández Kirchner. Los problemas judiciales de CFK comenzaron a intensificarse al final de su segundo mandato presidencial, en torno a diciembre de 2015. Su estrategia se orientó no solo a protegerse personalmente, sino también a........

© El Confidencial


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